viernes, 27 de febrero de 2009

Edguy en el Circo Volador


Aunque Sammet y Felix Bohnke ya habían venido a México el año pasado con Avantasia, esta vez las tierras aztecas atestiguaron el regreso de Edguy con motivo del tour de su último disco, Tinnitus Sanctus, un trabajo sin duda polémico y que continuó con la evolución que se dejó sentir desde el Rocket Ride, donde desapareció todo el generic power metal que podía quedar en la banda. A pesar de que esto ha dividido a los fans, éstos no han dejado de mostrarse fieles a la banda. El día de su presentación en México fue horrible y poco conveniente: miércoles, mitad de semana, exámenes y trabajo al siguiente día. Poco importó. Si bien no se llenó completamente el Circo Volador, tuvo una audiencia nada despreciable, acaso con asientos vacíos en la sección superior.

El boleto decía que el concierto iniciaría a las 8:30 de la noche, y en cierta manera fue así, pero ya desde que el público pudo entrar al recinto quedó claro que no sería Edguy la banda que habría de monopolizar la noche. No vale la pena ahondar en este tema, así que bastará con decir que el concierto fue abierto por Psicofonía, una banda mexicana completamente desconocida, que se debatía entre el speed metal y canciones llenas de melcocha. Un espectáculo bastante triste y que puso furioso al asistente promedio. Y mientras los roadies preparaban todo para el verdadero concierto, se nos anunciaban las fechas de las bandas que se presentarían en el Circo. Sin duda alguna las más aclamadas fueron Opeth, Haggard, Arch Enemy y Dragonforce; bastante más discreto fue el recibimiento de Stravaganzza y una señorita llamada Tarja (curiosamente no me lincharon cuando grité a viva voz "¡Anette!").

Cuando se apagaron las luces tras el triste preludio comenzó el verdadero concierto, con los riffs clásicos y poderosos de Dead or Rock, la última canción del último disco de Edguy. El tema, a pesar de que no es de lo mejor del Tinnitus Sanctus, cumplió con su cometido, ya que el público ávido de la banda germana no dudó en corear a viva voz el pegadizo estribillo de esta canción. Los gritos y la algarabía no tardaron en hacerse presentes, y finalmente fueron recompensados con la mejor canción del nuevo disco: Speedhoven y su épico inicio, con el que muchas personas se quedaron sin voz. Sin duda éste fue el primer momento realmente memorable de la noche, ya que la banda nos deleitó con esta canción que deberá pasar a la historia de Edguy y a la del mismo Tobias Sammet como compositor. Y es que no hay manera de que los primeros versos se borren de la memoria, mucho menos el gran estribillo con que cuenta la canción. Sin duda fue todo un lujo escucharla en vivo, pues cumplió y superó todas las expectativas. Sammet también quedó feliz, ya que le habían arrojado un sostén apenas comenzada la noche, wow, this is pretty big.

Cuando el público pudo tomar un respiro de todo lo que provocó la segunda canción, Sammet tomó el micrófono para charlar un poco con la gente, y así anunciar que el siguiente tema sería del Mandrake, uno de los discos consentidos, tanto por los die-hard fans de la vieja era, como por los más recientes seguidores de la banda. Tears of a Mandrake logró emocionar al público, y sin embargo hubo una nota amarga, ya que el micrófono de Sammet comenzó a fallar, y no una sino muchas veces. A final de cuentas todo se normalizó, pero fue algo molesto que el vocalista tuviera que probar con varios micrófonos para ver cuál sí servía. Esto, por cierto, se repitió un par de veces durante toda la noche. No obstante los problemas técnicos, la canción fluyó muy bien para dar paso a otro tema aclamado: Babylon, del Theater of Salvation. Sin duda alguna éste es uno de los temas que más me disgusta de Edguy, pero que a la vez todo mundo ama. La razón: es una granción de generic and predictible power metal with a double bass drum and an epic choir. Es decir, una fórmula usada hasta el cansancio. De cualquier forma es innegable que ésta fue una de las canciones que más agradó al público.

Continuando con los temas de la vieja era, llegó a nosotros The Pharaoh, del Mandrake, y que mostró otra de las notas épicas de la noche. Si ya en el disco ésta es acaso la mejor canción, muy en onda The Scarecrow, en vivo no es posible describirla, ya que la banda hace todo lo posible por ofrecernos un espectáculo musical insuperable, con numerosos pasajes instrumentales. Lo más destacable a mi parecer fue el solo de bajo de Tobias Exxel, quien maneja con maestría las cuatro cuerdas, tanto con plumilla como con los dedos. Esto puso de manifiesto que el bajo no es, de ninguna manera, un instrumento de adorno o que sólo sirve para rellenar las canciones. A la vez, también fue posible escuchar lo genial de Jens Ludwig como guitarrista, quien nos regaló solos con su Gibson que resultaron también memorables.

Para continuar la banda regresó al último disco con Ministry of Saints, el primer corte de difusión de Tinnitus Sanctus. Evidentemente en vivo sonó impecable, ya que es de esas canciones perfectas para tocar en directo. No obstante, fue igual de grande la emoción de todos los nostálgicos cuando Tobi nos dijo que tocarían una de sus canciones más emblemáticas: Vain Glory Opera hizo que el Circo se viniera abajo con la emoción, los gritos y la gente coreando ese magnífico estribillo que caracteriza al tema: "We live to fight the hand of doom, We got the pride to strike a fool, Vain glory be my wicked guide".

Fue tanto el ímpetu que se hizo necesario un momento para descansar la voz. Felix Bohnke se encargó de ejecutar un solo de batería más que decoroso, mostrando sus grandes aunque a la vez discretas habilidades como baterista. Y después de ser aclamado, el concierto continuó con una de las favoritas del último disco, The pride of creation, tema hilarante donde no pudo faltar la actuación de Sammet en el verso de "Why do they have to get marry before they do what they do?". Para continuar con el humor Tobias se burló de uno de los técnicos, "he's not Bon Jovi". Después nos preguntaría si nos gustaba Hammerfall, a lo que la mayoría del público respondió que sí - a diferencia de mí -, "oh, well, this is not a Hammerfall song, but an Edguy's song". Entonces entre las risas comenzó otro de los temas viejos, The headless game, que, además de haber sido sublime, se caracterizó por la comicidad de la banda, ya que los guitarristas y el bajista armaron una coreografía mientras Sammet gritaba "Let the hammer fall!", en una notoria parodia a la banda sueca de metal épico.

Una de las verdades universales es que Sammet es el showman perfecto de la escena del metal. Antes de comenzar la siguiente canción Tobias nos dijo, palabras más, palabras menos, "we wrote the next song to earn some money", para después preguntar sin que se apagaran las risas si había mujeres en el lugar. Los gritos femeninos no tardaron en llegar y la respuesta de Sammet fue ingeniosa: "and who of you want to fuck me?!". Lo curioso no fue la respuesta de las mujeres, sino el siguiente cuestionamiento de Sammet, "are there any guys here? So... which guy wants to fuck Felix?". Sin duda un joven se hizo famoso al gritar con toda la fuerza de su alma que él quería cogerse al baterista. Sammet lo reconoció y hasta lo señaló, "hey, we've finally found one". Pero ahí no acaba la cuestión, ya que esto fue el preludio para dedicarle a las mujeres la balada de la noche: Save Me, del Rocket Ride. Finalizado el tema Sammet nos volvió a decir que como no habían logrado ganar dinero con ese tema tuvieron que escribir otro más comercial, y así fue como llegó Superheroes. Sin duda alguna Sammet sabe burlarse de todos los dogmáticos que insisten en llamarlo vendido por escribir un par de canciones radio-friendly.

La banda se despidió y mientras todo el mundo coreaba el clásico "Oe oe oe oe, Edguy, Edguy" regresó la agrupación para el encore. Y aunque todo el mundo pedía Mysteria, Tobias dijo que la siguiente canción haría historia en los siguientes tours, y no es para menos, ya que Nine Lives fue un gran momento que se hilvanó a la perfección con una de las canciones más cómicas y absurdas que ha escrito el alemán: Lavatory love machine, que sin duda fue una de las cinco canciones más coreadas de la noche. Nuevamente hubo actuación de Sammet en momentos claves y erógenos: "and when she asks me what I like to eat I realise the domina feels the same, and I reply what about your pie" y "till I made my final splash". Para despedir el concierto Sammet confesó, en clave de broma, que no entendía cómo la gente podía vivir en México, ya que el aire era tan viciado que apenas se podía respirar. Dijo que, a final de cuentas, "well, we are a bunch of pussies, but for being pussies I guess we've done a great job tonight", y si ellos eran unas nenas, Tobias dijo que los mexicanos eran unos verdaderos metaleros. Finalmente, King of fools llegó para dar por concluida una gran noche, aunque no faltó la gente que seguía pidiendo Mysteria, a lo que Sammet respondió con un burlón "next tour, next tour".

Nada más se pudo pedir, sin duda alguna el año empezó de lo mejor en cuestión de conciertos, y es que con Tobias uno nunca se puede equivocar o dar un paso en falso. Así que continuando con las verdades universales, hay que decir sin temor al error que Edguy is fucking epic.

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sábado, 14 de febrero de 2009

The Arkitecht - Hyperstructure (2008)


En estadística hay algo que se llama la Regla de Sturges, que se utiliza para elegir un número idóneo de intervalos para un conjunto de datos, cuya fórmula es k = 1 + 3.322 log n. Un señor dice haber descubierto la regla G para conjuntos de datos más grandes, que nos indicaría k = 2 + ln (n). Aquel señor le puso "G" a su regla para darle más estilo al nombre. Si de pronto llegara un investigador de economía a decir que usa la "Regla de Gómez" todo mundo se reiría. Es natural, los mexicanos somos muy malinchistas. Yo lo soy, he de admitirlo. La regla de Gómez me da risa, suena mejor la de Sturges. Lo mismo pasa con la música: mucha gente mexicana - entre la que me incluyo - ve con malos ojos el panorama del rock nacional, más que nada porque la escena está infestada de bandas tristes como El Tri o la archiquemada y sobrevalorada agrupación de Maná, que a fin de cuentas es sólo un pop tropical con una etiqueta rockera que algún desquiciado decidió otorgarles durante el tiempo en que no eran tan conocidos. Hay algo que es cierto: el rock mexicano no se desarrolla como en muchas otras partes del mundo, y es por eso que los amantes del metal tenemos que voltear nuestros ojos a los países nórdicos para buscar una buena opción a falta de bandas interesantes en nuestra tierra, y es que si alguien nos dice "hey, encontré una banda mejicana de metal progresivo", quizá las risas no se harán esperar.

Quien me conozca sabrá que soy el mexicano más antinacionalista que pueda existir. No me siento ni me sentiré orgulloso jamás de haber nacido aquí - quizá sí aliviado por no haber sido concebido en un lugar peor como cierto país caribeño gobernado por un mico. Pero hay veces en las que uno se siente realmente reconfortado al encontrar grandes esfuerzos musicales de la tierra propia. Tal es el caso de The Arkitecht, un proyecto solista del desconocido Genaro Ochoa, un capitalino más perdido en una de las urbes más infestadas de humanidad: la Ciudad de México. Decidió desafiarlo todo y finalmente compuso un disco que desde el primer momento resulta destacable, buscando un sonido sólido que rescatara sus mayores influencias: Dream Theater, Symphony X, Opeth, Porcupine Tree, entre otros. El resultado fue Hyperstructure, que es como un libro de cuentos: un disco conceptual dividido en dos historias principales. La primera tiene como inspiración la contemporaneidad en la que estamos viviendo, un sujeto que comienza a interrogarse sobre nuestros tiempos, durante seis de las siete canciones del trabajo. La segunda parte se trata de Face Thief, una canción épica de 32 minutos que es más bien un thriller.

Lo brillante de las composiciones de Genaro se acompaña con tres músicos invitados. Dos vocalistas y un guitarrista. Quien lleva las riendas principales de la voz es Dante Díaz, quien se caracteriza por una voz agresiva. Adicionalmente tenemos a Álvaro Lamadrid, cuyo timbre dará lo característico a muchas canciones. En la guitarra está César Huesca, uno de los mejores guitarristas en México, famoso sobre todo en YouTube.

Este disco se define por los matices y diferentes sonidos, lo que podemos constatar directamente con la primera canción: Blackout, que se mueve en los terrenos melódicos y poco agresivos. Podríamos decir que es lo más cercano a una balada, aunque ciertamente no podría ser catalogado como tal.

The 20th Century Feast And The Millennium Hangover es, en jerga mexicana, uno de los títulos más mamones que he leído jamás. La canción, en cambio, resulta magnífica, porque podemos encontrar un juego de voces. Lo que primero llama la atención es que Álvaro Lamadrid inmediatamente recuerda a Mike Patton, aquel vocalista de bandas como Mr. Bungle, Fantômas y la popular Faith no More, a veces catalogada como metal alternativo. Lo cierto es que, según palabras de Genaro, Lamadrid es un vocalista sumamente versátil, que lo mismo canta rock progresivo de los años 70, que lambada, merengue y reggaetón. En cambio, Dante Díaz resulta más típico, agresivo, ofreciéndonos así un gran contraste. Podemos encontrar brillantes solos de guitarra, de teclado, momentos tranquilos y otros mucho más pesados. Un gran tema sin duda alguna.

Through the broken glass es el tercer track y ciertamente tiene un aire al Dream Theater más reciente, aquél que podemos escuchar a partir del Train of Thought o incluso en el polémico Systematic Chaos. El inicio tiene lo que Tobias Sammet llamaría an eerie sound, o bien, una atmósfera lunática que da paso a una melodía un tanto más clásica, donde el estribillo y los versos son igualmente destacables: algo que no sucede muy a menudo.

Posteriormente escuchamos Elation que se coloca en terrenos más melódicos y amigables sin perder en ningún momento la fuerza que caracteriza al sonido de The Arkitecht. De cualquier forma, la voz de Dante Díaz no se nos presenta tan ruda como en el segundo tema del disco, pero en ningún momento deja de imprimirle la energía que lo define como cantante.

Children of the gods es quizá una de mis favoritas de toda la primera parte del disco. Se trata de un tema de metal progresivo directo que se vale de voces agresivas y grandes momentos a lo largo de sus siete minutos. Podríamos decir que es la canción más diversas de toda la sección que comprende la historia de Hyperstructure, al mejor estilo Dream Theater, pero sin caer en una copia. Eso, a mi entender, es la gran virtud de las influencias en la música: que el influjo se note, pero que exista una ejecución propia.

Para concluir la primera historia tenemos el tema que le da nombre al álbum: Hyperstructure. Es una síntesis de toda la primera parte, que conjuga la particular voz de Lamadrid junto con la violencia de Dante Díaz. El tema es dinámico y brillante. Los teclados dan la profundidad necesaria para crear un tema sumamente atractivo que concluye justamente con la melodía de Blackout.

La parte final del disco es, podríamos decir, también la parte central del mismo. Face Thief es una canción que Genaro tardó en componer un par de años, entre otras cosas porque es un tema épico de 32 minutos de género indefinible pero que él llama symphonic death metal. Es cierto que está más cercano a Opeth que las canciones anteriores, porque en muchos momentos los growls ayudan a generar una atmófera dramática junto a las brillantes orquestaciones, pero me parece que hay elementos de muchos otros géneros, por lo que no creo que sea conveniente definir el tema de una manera tan sencilla. La virtud principal de esta pieza es que los elementos clásicos no devoran en ningún momento el metal, sino que lo enriquecen. Sería demasiado pretensioso querer describir con puntos y comas esta canción, que de por sí resulta difícil de ser asimilada, dada su complejidad y ambición. El tema se encuentra dividido en varias secciones, algunas puramente instrumentales, otras más se concentran en el sonido sinfónico, mientras que es común encontrarnos con elementos traídos del death metal, e incluso pasajes melódicos realmente bellos. Y si ya las orquestaciones, los metales y los instrumentos de cuerda y viento le daban una profundidad muy acertado al tema, son los coros los que finalmente se encargan de dotar a la canción de uno de los mejores elementos. Como dato curioso cabe mencionar que el coro no canta en latín, sino en español.

Sinceramente, lo primero que dije en voz alta tras escuchar este disco fue un mexicanísimo "no mames, ¿apoco esto es de México?". Lo sabía de antemano, descargué el disco porque me llamó la atención que en esta masa amorfa llamada Méjico alguien se atreviera a crear un disco de progressive metal. Llegué al MySpace y no lo podía creer. La descarga terminó y en mi mente se quedó la expresión inglesa "I was blown away by this album". A la fecha sigo preguntándome si de verdad esto lo compuso un mexicano. Incluso logré cruzar algunas palabras con Genaro en last.fm (en inglés, pa' acabarla de chingar - ya después en español -), quien leyó un comentario mío: "Y de pronto recuperé la fe en mi país".

Hyperstructure es, a mi juicio, de lo mejor que nos ha entregado Tláloc en comunión con Huitzilopochtli, Quetzalcóatl, Kukulkán, Kinich Ahau e Itzamná. Y es que el disco es impresionante para tratarse de un primer proyecto solista. La calidad y la producción (mezclado en Europa, obviamente) son realmente buenas. Hay pocos puntos de lo que uno podría quejarse. Quizá a veces los growls se quedan cortos en la primera parte del disco, pero aún así no dejan de sonar bien. Muchos dirán que lo poco accesible de Face Thief es un defecto, pero es en realidad una apuesta en la que Genaro finalmente sale ganando. Nada mal para un disco que tiene bajo y baterías programadas...

9.5/10

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lunes, 2 de febrero de 2009

Everon - Fantasma (2000)

"So we burned out, before we ever burned"

Everon es una banda poco conocida, sobre todo porque Oliver Philipps hace todos los discos por amor al arte. Él es propietario de Spacelab, un importante estudio de grabación y producción para el rock en Europa, donde ha producido discos de bandas nada despreciables como Delain. Lo tiene casi todo y además es un gran músico, aunque sumamente tímido y con baja autoestima. Es un hombre que sufre del complejo Tuomas Holopainen: a pesar de hacer grandes composiciones, siempre dice que no es en realidad una persona destacable y que, además, las canciones las hace en cinco minutos, porque es algo demasiado simple. Sin embargo, si Oliver Philipps olvidara un poco su amor al arte y se dedicara un poco más a la promoción de Everon, podríamos ver que esta banda se convertiría automáticamente en un referente del rock progresivo y sinfónico. Es la música perfecta para aquél que busca un sonido melódico, a veces orquestal, tímidamente virtuoso, nada pretencioso pero a la vez grandioso. Si algo caracteriza a Everon es un sonido demasiado identificable, una marca personal inconfundible, un acercamiento al AOR y a la música progresiva.

Fantasma fue su cuarto disco de estudio y salió al mercado en el año 2000, apenas iniciado este siglo. No se trata de una obra conceptual, pero tampoco podemos decir que es un álbum orientado a canciones, sino a un mismo sentimiento, a una temática sutil que desprende nostalgia, pesimismo pero también algo de esperanza. Fantasma se grabó luego de la muerte de un buen amigo de la banda, tras un accidente automovilístico. Por otro lado, Oliver veía cómo se acababa una vieja relación de años, y ante eso la música tenía que ser profundamente emocional y dramática. Las tragedias traen siempre algún elemento inspirador, sin duda alguna.

El disco comienza con Men of rust, un tema bastante típico para iniciar un disco de Everon, donde los teclados toman protagonismo junto con las guitarras. El aura aunque en un principio parezca alentadora con el paso del tiempo comienza a tornarse oscura hasta estallar en un gran estribillo apenas entrado el minuto cuatro del tema.

Perfect remedy es el segundo tema y es realmente destacable, tanto por la letra como la música en sí. "People like us sometimes drown in melancholy" es sólo una de las bellas frases que adornan a esta canción que se vale de la constante repetición de la frase "people like us" para generar un tema muy original. La canción se encuentra a caballo entre una balada y una canción de tintes épicos, que muestra una melodia con geniales crescendos junto a varias superposiciones de voz.

En cambio, Fine with me nos muestra la faceta más ruda de Everon, al ser ésta una canción claramente de metal, que comienza con un riff bastante pesado y un trabajo en la batería más que interesante. Por sí sola es una canción buena de metal progresivo, aunque como un todo parece contrastar con la estética del disco.

A day by the sea es prácticamente una balada dramática y emocional, con el sello de la casa. La temática está un poco gastada y puede rayar en un lugar común, pero la música es realmente destacable, incluso la línea del bajo es muy buena, sin mencionar que as orquestaciones acompañan muy bien a la banda. Ésta, además, es la típica canción lenta que uno se puede esperar de Everon, por lo que se muestra como un referente obligado para todos aquellos que quieran conocer el lado más tranquilo de esta banda alemana.

La suite del Fantasma (The Fantasma suite)

:::::Ésta pieza musical es el centro, el corazón del álbum. En inglés, it's the core of this album, the kernel of this work of art. En sí se trata de cuatro canciones separadas, pero que para efectos prácticos son una sola: The Fantasma suite, a veces llamada simplemente Fantasma. Son varias secciones las que conforman este tema de catorce minutos.
:::::Los primeros dos temas son Right now... y ...til the end of time, que juntas forman una sola sección de dos partes. La primera es puramente instrumental, y si uno quiere conocer el virtuosismo de Everon, aquí está la canción idónea. A diferencia de algunas piezas instrumentales, ésta sí es en verdad pesada, con una presencia constante de las guitarras distorsionadas y de una batería que de a ratos suena ruda. La transición es prácticamente imperceptible, y así es como comienza la segunda parte de la suite, que siguiendo la estética de Right now... se vuelve una pieza memorable y de gran presencia, que además cuenta con unas letras muy interesantes. El tema principal, evidentemente, es el amor. El trabajo vocal es, además, soberbio. Oliver hace uso de gran parte de su registro, por medio de varias capas de voz. Por cierto, en el minuto 2:20 podemos escuchar unos violines hermosos que remiten inevitablemente a The rest will flow de Porcupine Tree, del disco Lightbulb Sun, que también es del 2000.
:::::La tercera parte de la suite es Fantasma-Theme, que es sólo una pequeña pieza de piano de un poco más de treinta segundos, cuyos acordes acompañarán la estética del resto de la gran canción. Un chelo da inicio a The real escape, la sección que comienza a mostrar los tintes más dramáticos de la suite, acompañando perfectamente a la letra del tema. Las cuerdas, pues, son el fundamento de esta bella pieza que explotará de manera apoteósica cerca del tercer minuto. A partir de ahí encontraremos referencias instrumentales a las primeras dos secciones, hasta que finalmente se da paso al último tema de la suite: Whaterver it takes, que es, por mucho, el más intenso de todos, continuando así con la apoteosis anunciada.

Battle of words es en el tracklist el noveno tema y es una canción instrumental bastante más relajada, donde nuevamente escuchamos los típicos teclados acompañando a unas guitarras que trazan una melodía bastante amigable.

Con May you vuelve una balada con ínfulas de grandeza y una temática bastante trillada que personalmenete no comparto: ya que me dejaste ve y sé feliz, encuentra a ese ser especial porque me importa tu felicidad. Cuernos, nadie piensa así en la vida. Lo bueno, es que es una gran canción que compensa el lugar común de las letras. De hecho, es una de los temas más hermosos de Everon.

Ghost-Intro y Ghost son prácticamente una canción, acaso la mejor del disco y de Everon después de la suite. Ésta es más bien sobre la idea de que estamos muertos mucho antes de dejar de respirar, no tiene mensajes de esperanza pero tampoco es sobre la perdición. Musicalmente hablando es genial, tanto el trabajo de las percusiones como la melodía son sublimes. El final es completamente apoteósico y el solo de guitarra es épico. Todo finaliza con una respiración que cesa, con un hombre que ya no puede tomar aire, con alguien que muere...

Fantasma, para decirlo en pocas palabras, es el mejor disco de Everon y una de las grandes sorpresas de la década. Éste es un gran trabajo porque, además, marcó otro punto de partida para Everon, aunque éste comenzó con su disco Venus. Por otro lado, a pesar de ser un genial trabajo, hay un par de canciones que quizá rompen con la estética del disco. Me refiero a Fine with me y Battle of words, que si bien son temas buenos, no terminan de cuadrar del todo con el ánimo de este trabajo. De cualquier forma, con Fantasma nos encontramos ante un esperanzador inicio de década.

9.7/10

Como Oliver Philipps es un enamorado del arte, mejor hago un poco de ayuda a la comunidad. Aquí están los enlaces para bajarlo:

Baja aquí Fantasma de Everon.

Si no sirve el enlace, de aquí también lo pueden descargar:

PARTE 1
PARTE 2

Password: Phonograph

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