El Reino Olvidado - Rata Blanca (2008)
A estas alturas de la vida, Rata Blanca podría considerarse como uno de los clásicos en el heavy metal en español. A riesgo de buscar un paralelismo que quizá para muchos sea excesivo, Rata podría considerarse como el Iron Maiden castellano, o, en todo caso, el Deep Purple de Argentina. Su historia data de 1986, donde Walter Giardino, el indiscutible líder de la banda, decidió crear una agrupación de heavy metal clásico sin mayores pretensiones. Un disco homónimo de pésima calidad de grabación, mal ecualizado y con un vocalista mediocre, pero con canciones de culto que destacan por su gran calidad compositiva, fue su debut. Pero no sería sino hasta segundo disco, donde recién se incorporó Adrián Barilari como vocalista, Magos, espadas y rosas, que, de mano de dos grandes temas como lo son La leyenda del hada y el mago y Mujer amante – ya estandartes de la banda –, Rata aseguró un lugar en el gusto del público latinoamericano de los años ochenta. Con el paso de los años y el transcurso de sus discos, Rata Blanca se volvió, acaso, en la banda más importante de la Argentina. Los conflictos y el carácter tan especial de Walter hicieron que la alineación clásica se separara, llegando entonces nuevos integrantes, incluido el vocalista, que dieron un sonido distinto para la banda. Entre el cielo y el infierno, un disco crudo y poco melódico, vio la luz con el vocalista Mario Ian, quien efectuó una labor más que decorosa. No obstante, el siguiente disco, titulado implícitamente VII, supuso el cambio más radical: con Gabriel Marian, el nuevo vocalista, nació un trabajo de estilo indefinible. El destino de Rata Blanca parecía finalizar, pues finalmente en 1998 se decidió terminar con el grupo. Sin embargo no tuvo que pasar demasiado tiempo para que en el 2002, y con Barilari de regreso, renaciera Rata Blanca con un disco más hardrockero, El camino del fuego. Su último disco, La llave de la puerta secreta, continuó en la misma línea hasta el año 2005.
Hoy es cuando, luego de tres años de espera, Rata Blanca lanza su noveno disco, El reino olvidado, que en Argentina logró ocupar las estaciones de radio, los canales de televisión y una masiva compra del material. Antes de su salida la interrogante más grande era el sonido mismo del disco; se rumoraba que regresarían al sonido neoclásico que caracterizó los primeros trabajos de la banda. Otros más deseaban algo con una onda powermetalera. El 21 de agosto se resolvió la interrogante:
Las voces del mar es el tema que nos introduce a este trabajo, una canción breve que tiene como finalidad engancharse al siguiente corte y que cuenta con la participación de una mujer que ya había colaborado con el primer disco solista de Barilari.
El segundo track es el que le da título al disco, se trata de El reino olvidado, una canción que abre con el riff más memorable de todo el material, que, no obstante, en ocasiones resulta demasiado repetitivo. Es un tema muy melódico y con un gran estribillo, a medio camino entre el heavy metal clásico con influencias europeas y un medio tiempo que no tiene mayores pretensiones. Un dato curioso: esta canción la presentaron muchas veces en vivo antes de que saliera el disco, contaba con una introducción de teclado que posteriormente fue suprimida; por alguna extraña razón mucha gente quiso creer que se trataba de una copia del teclado inicial de Amaranth, de Nightwish…
71-06 (Endorfina) es el título críptico – según Giardino – que bautiza la tercera canción de El reino olvidado. Es, quizá, el tema más hardrockero de todo el disco, con cierta similitud al Amo del camino del Camino del fuego. La letra, ya en el inconfundible estilo de Walter, es una crítica a ciertos rockeros falsos. Lo mejor de este track es, sin duda, la batería del inicio, por lo demás no es demasiado destacable, salvo que tiene un aire inconfundible a Deep Purple.
Talismán tiene todo para ser un éxito. Se trata de un medio tiempo muy melódico y hasta comercial que hará las delicias de todos los fanáticos de la rata más emotiva. Un gran tema que, sin duda alguna, está dentro de lo mejor del disco. La melodía es muy bella y recuerda a los grandes clásicos de la banda, sobre todo en lo que es el estribillo más trabajado de todo el disco.
Con El círculo de fuego regresamos al heavy metal clásico al que nos tiene acostumbrados la banda. El riff inicial tiene cierto aire de Nightwish (más que la extinta intro del segundo tema) y el estribillo tiene inspiración de 2 minutes to midnight, gran clásico de Iron Maiden (e incluso hay quien dice que hay cierto parecido entre Barilari y Dickinson). Las influencias son innegables, así como la calidad de esta canción que le da muchos puntos al disco. Además, aquí podemos escuchar uno de los mejores solos de guitarra de Walter.
A los chicos de la banda les encanta el hard rock, y nos lo demuestran con Diario de una sombra. Musicalmente hablando no es una canción demasiado destacable ni ambiciosa, pero nuevamente Walter rescata el tema con un buen solo de guitarra que incorpora el efecto wah-wah.
Desde VII Rata Blanca no nos había ofrecido un tema instrumental: Líbranos del mal. Curiosamente, Madre Tierra también llega con una melodía melancólica, echando por tierra las especulaciones y anhelos de los fanáticos que pugnaban por un tema neoclásico y virtuoso como Preludio obsesivo. La guitarra de Walter cumple su cometido, lo mismo que la ambientación íntima que logran los teclados de Bistolfi. El único pero de este instrumental es que quizá no está en el lugar indicado.
El guardián de la luz recuerda mucho a En nombre de Dios? del disco El camino del fuego, aunque quizá El guardián… está más trabajado. Los dogmáticos del power metal quizá estén contentos con esta canción, porque incluso el doble bombo se hace presente. En cuanto a fuerza, éste es el mejor tema de todo el disco: la voz de Barilari no podía ser mejor, el trabajo de la guitarra de Walter es soberbio como siempre, la batería de Fernando es impecable, pero sobre todo los teclados merecen mención aparte: ¡por fin suenan! Y muy bien.
Con Un día más, un día menos volvemos a ponernos melancólicos. Afortunadamente, ésta no es una balada melosa y pop, sino que tiene todos los elementos rockeros que la transforman en una power balad bastante efectiva.
La recta final del disco corre a cargo de No es nada fácil (ser vos) y Si eres hijo del rock, ambos muy hardrockeros, con la clásica fuerza que caracteriza al género, pero que como canciones solitarias no tienen demasiado protagonismo en todo el trabajo y que incluso pueden llegar a pasar desapercibidas, aún después de varias escuchas.
La última canción se trata de Cuando hoy es ayer, otro tema calmado que recuerda a los antiguos temas de la época del Guerrero del arco iris. De las canciones lentas ésta es la menos destacable, pero cierra mejor el disco de lo que lo harían sus dos temas precedentes.
El reino olvidado tiene unas cuantas particularidades muy interesantes: Walter Giardino no es más el protagonista del trabajo y su guitarra no satura el disco, en cambio, se optó por crear un disco más homogéneo y equilibrado. Si bien el sonido en general de este disco no difiere demasiado al de sus últimos dos LPs, hay un estilo más depurado e incluso maduro. La mezcla, por otro lado, es realmente destacable. Por otro lado, el disco adolece de algunos temas que son incluso anodinos y fácilmente olvidables, lo que se compensa con algunas canciones que fácilmente podrían llegar a ser verdaderos clásicos de la banda, como El guardián de la luz, Talismán y El círculo de fuego.
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8.4/10
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