Mars Volta's The Bedlam in Goliath
Regresa una banda sumamente atípica, formada por un México-americano (Cedric Bixler Zavala) y un puertorriqueño (Omar Rodríguez López), quienes eran parte de una banda “emo” llamada “At the Drive-In”. Banda muy conocida por todos los seguidores del género screamo/emo/hardcore. Por alguna extraña razón, Bixler y Rodríguez se cansaron de la música fácil, y decidieron emprender una aventura hacia música más elaborada y compleja. El proyecto se llamó The Mars Votla, nombre que hace referencia a dos gustos que tienen en común Omar y Cedric: la literatura y la ciencia ficción.
En 2003 sacan un disco tan complejo y bello que toma al mundo del rock progresivo por sorpresa: “De-Loused in the Comatorium”. Un disco tan completo y meticuloso que hizo que todo trabajo posterior de The Mars Volta fuera obligadamente comparado con éste. Y hasta su pasado disco (“Amputechture”) no habían logrado superar su primer LP.
La música de esta banda mezcla ritmos, idiomas, géneros, y sobre todo, no sigue ninguna de las reglas establecidas por los géneros del rock actual.; a pesar de que sí toma elementos de varios. El género al que más se acercan es el rock progresivo, aunque no uno ortodoxo, sin embargo se acercan a éste, ya que sus temas evolucionan constantemente y muchos rondan los 10 minutos o más de duración con rítmicas muy intrincadas.
La banda tomó un poco de altura, y el año pasado empezaron a grabar su cuarto álbum, y según ellos, fueron víctimas de una “maldición” que supuestamente adquirieron al jugar con una ouija durante los tours. Según cuentan, cosas raras pasaban al estar grabando el material de su nuevo disco, como la desaparición del material que grabaron de sus Macs, la crisis nerviosa de su ingeniero de sonido entre otras cosas. Incluso Rodríguez llegó al extremo de decir que la ouija le decía qué escribir, y como resultado “The Bedlam in Goliat”, nombre de su cuarto disco de estudio, cuenta la historia que los espíritus a través de la ouija quisieron contar. Yo no sé si sea cierto o no, la verdad me parece una historia muy mafufa, igual y hasta es parte del concepto del disco. A saber. El caso es que según ellos “sufrieron” para poder sacar éste nuevo material.
En fin, el disco abre con “Aberinkula”, y desde el primer instante sabes de quién se trata, y cómo serán los siguientes 75 minutos de tu vida: una lucha constante de the Mars Volta contra el sosiego. Y aunque ya sabemos que gran parte de su música es así, energética, este disco eleva el término Vivace a alturas insospechadas. Como es clásico en la banda, hace gala en este track de todos los instrumentos que manejan, pasando por instrumentos de viento, percusiones curiosas, y, sus clásicas guitarras distorsionadas y agudas sello característico de la banda.
Y llega “Metatron”, canción que viene ligada a la anterior, de hecho, no se nota en la música cuando se pasa de una canción a otra, pareciera que The Mars Volta no te quiere dejar descansar. Algo que me impresionó de esta banda desde la primera vez que los escuché es la capacidad que tiene para parecer que cada instrumento está tocando otra canción y sin embargo, hay ritmo y estructura en ése aparente desorden. “Metatron” es una de esas rolas, que abundan en este disco.
Seguido de uno de los pocos segundos tranquilos del disco, inicia “Ilyena”, con voces distorsionadas que de a poco van tomando inteligibilidad hasta comenzar con el estribillo, y que va evolucionando alrededor de éste hasta llegar a ritmos marcados por percusiones. Las guitarras y la voz chillonas de Cedric no podían faltar.
El cuarto track es un tema corto pero sustancioso que inicia con una batería magistral digna de cualquier baterista metalero, y riffs sumamente pesados hasta que entra la voz de Bixler. Se trata de “Wax Simulacra”, canción que para mí es la mejor del disco y de antemano sé que en vivo sonará mucho mejor que en la versión de estudio. Los metales del final del track me recordaron a “21st Century Schizoid Man” de King Crimson.
Y pegada musicalmente al track anterior llega “Goliath”, tema que contiene las estructuras clásicas y atípicas de the Mars Volta, con unos metales que hacen ver como niñas de escuela a todos los grupos de ska que se precian de ser virtuosos en ese departamento. Tiene tantas estructuras y formas esta canción que diría yo que es épica.
Y hasta aquí el disco iba bien, poderoso y lleno de energía, pero en los siguientes cuatro tracks el disco cae en un bache. “Tourniquet Man” es una canción desafortunada en la que a mi gusto abusan de la distorsión en la voz y los elementos electrónicos, “Cavalettas” devuelve algo de poder al disco pero no termina de amalgamar las buenas ideas que se ven a lo largo de sus nueve minutos como lo habían hecho en las primeras 5 canciones del disco en las que todas las ideas, facetas y estructuras de las canciones iban unidas. “Agadez” termina bien, pero sus primeras estanzas me parecen algo inciertas. Y regresando con las similitudes entre King Crimson y the Mars Volta el noveno track del disco me recuerda en muchas cosas a “Epitaph” y “The Court Of The Crimson King” aunque en “Askepios” estas cosas no terminan de convencerme.
“Ouroboros” regresa la solidez musical al disco, y durante sus 6 minutos y medio la banda nos da cátedra de cómo hacer un tema épico. Un tema que empieza fuerte y termina hasta cierto punto ‘calmado’; y curiosamente cada vez que la escucho le encuentro un detalle nuevo.
El penúltimo track es “Soothsayer” que empieza con unos violines raros, y después da la impresión de situarte en algún punto del medio oriente. Un tema netamente experimental, que como tal, no termino de entender.
El disco cierra con “Conjugal Burns”, otra pista experimental, en el que pareciera que le dijeron a cada miembro que improvisara al grabar la canción. No me gustó cómo cerró el disco, y es que aunque el track es poderoso en ocasiones, se pierde por su misma naturaleza experimental.
Y haciendo la comparación obligada no, “The Bedlam in Goliath” no supera su primer disco, de hecho me parece su trabajo más irregular aunque con cosas rescatables; no hay necesidad de ir a enterrarlo como hizo Rodríguez con la ouija.
El promedio del disco fue de 3.25 estrellas.
En 2003 sacan un disco tan complejo y bello que toma al mundo del rock progresivo por sorpresa: “De-Loused in the Comatorium”. Un disco tan completo y meticuloso que hizo que todo trabajo posterior de The Mars Volta fuera obligadamente comparado con éste. Y hasta su pasado disco (“Amputechture”) no habían logrado superar su primer LP.
La música de esta banda mezcla ritmos, idiomas, géneros, y sobre todo, no sigue ninguna de las reglas establecidas por los géneros del rock actual.; a pesar de que sí toma elementos de varios. El género al que más se acercan es el rock progresivo, aunque no uno ortodoxo, sin embargo se acercan a éste, ya que sus temas evolucionan constantemente y muchos rondan los 10 minutos o más de duración con rítmicas muy intrincadas.
La banda tomó un poco de altura, y el año pasado empezaron a grabar su cuarto álbum, y según ellos, fueron víctimas de una “maldición” que supuestamente adquirieron al jugar con una ouija durante los tours. Según cuentan, cosas raras pasaban al estar grabando el material de su nuevo disco, como la desaparición del material que grabaron de sus Macs, la crisis nerviosa de su ingeniero de sonido entre otras cosas. Incluso Rodríguez llegó al extremo de decir que la ouija le decía qué escribir, y como resultado “The Bedlam in Goliat”, nombre de su cuarto disco de estudio, cuenta la historia que los espíritus a través de la ouija quisieron contar. Yo no sé si sea cierto o no, la verdad me parece una historia muy mafufa, igual y hasta es parte del concepto del disco. A saber. El caso es que según ellos “sufrieron” para poder sacar éste nuevo material.
En fin, el disco abre con “Aberinkula”, y desde el primer instante sabes de quién se trata, y cómo serán los siguientes 75 minutos de tu vida: una lucha constante de the Mars Volta contra el sosiego. Y aunque ya sabemos que gran parte de su música es así, energética, este disco eleva el término Vivace a alturas insospechadas. Como es clásico en la banda, hace gala en este track de todos los instrumentos que manejan, pasando por instrumentos de viento, percusiones curiosas, y, sus clásicas guitarras distorsionadas y agudas sello característico de la banda.
Y llega “Metatron”, canción que viene ligada a la anterior, de hecho, no se nota en la música cuando se pasa de una canción a otra, pareciera que The Mars Volta no te quiere dejar descansar. Algo que me impresionó de esta banda desde la primera vez que los escuché es la capacidad que tiene para parecer que cada instrumento está tocando otra canción y sin embargo, hay ritmo y estructura en ése aparente desorden. “Metatron” es una de esas rolas, que abundan en este disco.
Seguido de uno de los pocos segundos tranquilos del disco, inicia “Ilyena”, con voces distorsionadas que de a poco van tomando inteligibilidad hasta comenzar con el estribillo, y que va evolucionando alrededor de éste hasta llegar a ritmos marcados por percusiones. Las guitarras y la voz chillonas de Cedric no podían faltar.
El cuarto track es un tema corto pero sustancioso que inicia con una batería magistral digna de cualquier baterista metalero, y riffs sumamente pesados hasta que entra la voz de Bixler. Se trata de “Wax Simulacra”, canción que para mí es la mejor del disco y de antemano sé que en vivo sonará mucho mejor que en la versión de estudio. Los metales del final del track me recordaron a “21st Century Schizoid Man” de King Crimson.
Y pegada musicalmente al track anterior llega “Goliath”, tema que contiene las estructuras clásicas y atípicas de the Mars Volta, con unos metales que hacen ver como niñas de escuela a todos los grupos de ska que se precian de ser virtuosos en ese departamento. Tiene tantas estructuras y formas esta canción que diría yo que es épica.
Y hasta aquí el disco iba bien, poderoso y lleno de energía, pero en los siguientes cuatro tracks el disco cae en un bache. “Tourniquet Man” es una canción desafortunada en la que a mi gusto abusan de la distorsión en la voz y los elementos electrónicos, “Cavalettas” devuelve algo de poder al disco pero no termina de amalgamar las buenas ideas que se ven a lo largo de sus nueve minutos como lo habían hecho en las primeras 5 canciones del disco en las que todas las ideas, facetas y estructuras de las canciones iban unidas. “Agadez” termina bien, pero sus primeras estanzas me parecen algo inciertas. Y regresando con las similitudes entre King Crimson y the Mars Volta el noveno track del disco me recuerda en muchas cosas a “Epitaph” y “The Court Of The Crimson King” aunque en “Askepios” estas cosas no terminan de convencerme.
“Ouroboros” regresa la solidez musical al disco, y durante sus 6 minutos y medio la banda nos da cátedra de cómo hacer un tema épico. Un tema que empieza fuerte y termina hasta cierto punto ‘calmado’; y curiosamente cada vez que la escucho le encuentro un detalle nuevo.
El penúltimo track es “Soothsayer” que empieza con unos violines raros, y después da la impresión de situarte en algún punto del medio oriente. Un tema netamente experimental, que como tal, no termino de entender.
El disco cierra con “Conjugal Burns”, otra pista experimental, en el que pareciera que le dijeron a cada miembro que improvisara al grabar la canción. No me gustó cómo cerró el disco, y es que aunque el track es poderoso en ocasiones, se pierde por su misma naturaleza experimental.
Y haciendo la comparación obligada no, “The Bedlam in Goliath” no supera su primer disco, de hecho me parece su trabajo más irregular aunque con cosas rescatables; no hay necesidad de ir a enterrarlo como hizo Rodríguez con la ouija.
El promedio del disco fue de 3.25 estrellas.
Me gusta que estén colocando diferentes discos.
ResponderEliminarEscucharé el disco que recomiendas, Raff.