WarCry - Revolución (2008)
WarCry es, posiblemente, una de las bandas españolas más reconocidas, cuyo indiscutible líder, Víctor García, salió de las entrañas de la escisión que hubo en la también aclamada banda Avalanch. Los días de esta agrupación comenzaron con un power metal bastante clásico: temáticas épicas en las letras, solos de guitarra todo el tiempo, un doble bombo constante y estribillos pegadizos. Su tercer disco, Alea Jacta Est, mostró una notable evolución hacia sonidos más progresivos, pero sin dejar atrás la base power que los caracterizaba. No fue sino hasta el sublime ¿Dónde está la luz? que WarCry le daba un giro inesperado a su música, imprimiendo un sello único que ya no dependía de las fórmulas clásicas del género. En cambio, nos ofrecieron un disco sin menor rastro de doble bombo, con una faceta más heavy y madura, presentándonos las canciones más trabajadas de la banda, todas ellas compuestas por Víctor. Las letras, además, tomaron un rumbo distinto, pues se centraron más en aspectos cotidianos y más trascendentes que las batallas entre guerreros medievales y las legiones del mal.
Tras esa joya del metal contemporáneo, vio la luz su quinto trabajo: La quinta esencia. Un disco que supuso una síntesis de todos los elementos que se habían mostrado en la banda. Tal movimiento dialéctico los llevó a cerrar un ciclo, a remover a varios músicos e incorporar a nuevos personajes que contribuyeron para la creación de su sexto disco: Revolución.
Con una semana en las tiendas, es momento de ofrecer la crítica del último disco de este conjunto asturiano. Un álbum que, a decir verdad, ha sorprendido a más de uno.
La última esperanza tiene un inicio algo cómico, de pésima calidad, como si se hubiera colado en el internet un demo robado por algunos facinerosos. Si uno se baja el disco puede sentir remordimiento. Más allá de esto, esta canción es de lo mejor de todo el trabajo, ya que inicia con un gancho insuperable y un estribillo digno de mención, de ésos a los que WarCry nos tiene acostumbrados.
El segundo tema lleva por título El cazador, otra gran canción que recuerda a los tiempos de Alea Jacta Est, ya que podemos escuchar un doble bombo y una melodía bastante veloz. En realidad no hay nada de críticable aquí. Cuando WarCry se esfuerza a la hora de componer canciones power parece como si nadie pudiera superarlos.
Nada como tú es el primer punto bajo del disco en cuestión de composición, aunque no en efectividad. Lo primero que puede saltar a la vista son las letras cursis con las que cuenta esta canción - hay que tener en cuenta que Víctor García ha escrito cosas románticas mucho más decentes que ésta. En sí, la canción está bien, ya que musicalmente hablando se trata de una suerte de medio tiempo con otro estribillo notable. El puente, por cierto, suena un poco similar a las melodías típicas de Mägo de Oz, más específicamente a algo que encontraríamos en Jesús de Chamberí...
La carta del adiós, en cambio, nos devuelve la potencia. La estructura en sí es muy dinámica y las letras están bastante más trabajadas que en la canción anterior, a pesar que las dos versen sobre temas amorosos. Quizá sea demasiado reiterativo, pero el estribillo es nuevamente genial y Víctor García se muestra muy atinado.
Hasta este momento el disco tenía un buen balance, pero Invierno en mi corazón rompe el equilibrio cual intervención estatal en un modelo neoclásico de economía. El tema es bastante atípico, con algunos momentos interesantes, pero con un estribillo algo incierto. Supongo que denominarlo medio tiempo sería lo más conveniente. Sin mencionar que nuevamente parece que la letra la escribió algún quinceañero despechado...
Afortunadamente tenemos Coraje para redimir a todo el disco. Sin duda éste es el mejor tema de Revolución. No es un himno power, tampoco una balada en sí. Es una canción calmada, llena de emotividad y simplemente hermosa. A decir verdad, es de lo más destacable en la historia de WarCry y en el repertorio de Víctor García.
La prisión invisible no está nada mal cuando se escucha varias veces, o cuando se tiene la paciencia suficiente para esperar el estribillo. Sin embargo, por sí sola no es de lo más destacable en este trabajo.
El inicio de La vida en un beso me trajo recuerdos de Rata Blanca, no sé específicamente por qué. La primera mitad del tema es un medio tiempo con todas las de la ley, aunque a medida que pasa el tiempo comienza a acelerarse. La velocidad le va bien, pero el estribillo no termina de encajar con la estructura más apresurada de la segunda parte.
El camino es el single de este disco y la primera canción que se escuchó. Las reacciones fueron casi homogéneas: qué canción tan simple, ¡joer tío, qué puta decepción! Aunque, claro, no faltó el que dijera: "Hombre, ¡esta canción sí que mola!". No soy fanático del español de la madre patria, pero para definirlo con sus palabras: esta canción es muy cañera. O dicho de otro modo: el típico single, con un coro sumamente sencillo y fácil, de esos que se corean todos los días. La letra, como ya es constante, es bastante débil y repetitiva. Está divertida la canción, eso sí, y como conjunto suena bastante bien, mucho mejor de lo que lo hace por sí sola.
Absurda falsedad, he de confesarlo, me encanta. No sé bien por qué. Se trata de una canción sumamente atípica para WarCry, ya que nunca habían hecho algo así. Cuando la escuché me sonó como a opening de Digimon y me sigue pareciendo que así es. Otros, quizá más entendidos que yo, dicen que es más hard rock. Los teclados sí tienen un gusto a rock setentero y ochentero, y los riffs de guitarra son bastante particulares. Por cierto, cabe señalar que la letra de esta canción es superior a cualquier cosa que haya en el disco, aunque tampoco es el "No es que muera de amor, muero de ti, amor, de amor de ti..." de Jaime Sabines...
Con Devorando el corazón tenemos otro guiño al viejo WarCry, más por el estribillo que por el trabajo en la batería. Un buen tema que, con algunos teclados, puede recordarnos la era de El sello de los tiempos, un disco bastante rescatable, por cierto.
El disco termina con Abismo, tema que no es de Víctor García, sino de Pablo García, el guitarrista de la banda. Su banda favorita, cómo no, es Dream Theater, y las influencias se notan mucho en esta canción, que es la más progresiva del disco. Lo primero que llama la atención es el riff de guitarra tan potente con que empieza la canción. La parte instrumental es todo un homenaje al Dream Theater más contemporáneo, muy al estilo de las partes instrumentales de canciones como In the presence of enemies.
Hablando objetivamente, el disco no le hace honores a su título. Evidentemente no es más de lo mismo, pero si hubo un álbum que revolucionó el sonido de WarCry, éste fue el insuperable ¿Dónde está la luz? En Revolución podemos encontrar sonidos frescos, que quizá no han terminado de evolucionar con la nueva formación. En un principio puede parecer un álbum bastante simple y desconcertante, pero con unas cuantas escuchas se nota que hay algo interesante detrás de todo, lamentablemente parecer ser cuestión de tiempo para que WarCry vuelva a retomar el nivel que tenía antes, ya que en esta Revolución hay una serie de altibajos bastante lamentables: las malas letras - ya que Víctor nos tenía acostumbrados a un nivel muy superior - y temas irregulares como Invierno en mi corazón u otros que son simplemente anodinos.
De ninguna manera se trata de un mal disco, como ha sido calificado por muchos dogmáticos del Alea Jacta Est, pero tampoco es el mejor trabajo que nos ha entregado WarCry. En una ocasión Víctor García dijo que este disco sonaba similar a ¿Dónde está la luz?, pero me parece que su afirmación es errada, ya que más bien tiene similitudes con La quinta esencia, un trabajo mucho más ecléctico, que dejó lugar a temas nuevamente épicos y melodías veloces, lo que nunca se vio en ¿Dónde está la luz? Tal negación a incluir canciones powermetaleras fáciles y típicas fue, precisamente, la esencia de una verdadera revolución que devino en su mejor trabajo.
Tras esa joya del metal contemporáneo, vio la luz su quinto trabajo: La quinta esencia. Un disco que supuso una síntesis de todos los elementos que se habían mostrado en la banda. Tal movimiento dialéctico los llevó a cerrar un ciclo, a remover a varios músicos e incorporar a nuevos personajes que contribuyeron para la creación de su sexto disco: Revolución.
Con una semana en las tiendas, es momento de ofrecer la crítica del último disco de este conjunto asturiano. Un álbum que, a decir verdad, ha sorprendido a más de uno.
La última esperanza tiene un inicio algo cómico, de pésima calidad, como si se hubiera colado en el internet un demo robado por algunos facinerosos. Si uno se baja el disco puede sentir remordimiento. Más allá de esto, esta canción es de lo mejor de todo el trabajo, ya que inicia con un gancho insuperable y un estribillo digno de mención, de ésos a los que WarCry nos tiene acostumbrados.
El segundo tema lleva por título El cazador, otra gran canción que recuerda a los tiempos de Alea Jacta Est, ya que podemos escuchar un doble bombo y una melodía bastante veloz. En realidad no hay nada de críticable aquí. Cuando WarCry se esfuerza a la hora de componer canciones power parece como si nadie pudiera superarlos.
Nada como tú es el primer punto bajo del disco en cuestión de composición, aunque no en efectividad. Lo primero que puede saltar a la vista son las letras cursis con las que cuenta esta canción - hay que tener en cuenta que Víctor García ha escrito cosas románticas mucho más decentes que ésta. En sí, la canción está bien, ya que musicalmente hablando se trata de una suerte de medio tiempo con otro estribillo notable. El puente, por cierto, suena un poco similar a las melodías típicas de Mägo de Oz, más específicamente a algo que encontraríamos en Jesús de Chamberí...
La carta del adiós, en cambio, nos devuelve la potencia. La estructura en sí es muy dinámica y las letras están bastante más trabajadas que en la canción anterior, a pesar que las dos versen sobre temas amorosos. Quizá sea demasiado reiterativo, pero el estribillo es nuevamente genial y Víctor García se muestra muy atinado.
Hasta este momento el disco tenía un buen balance, pero Invierno en mi corazón rompe el equilibrio cual intervención estatal en un modelo neoclásico de economía. El tema es bastante atípico, con algunos momentos interesantes, pero con un estribillo algo incierto. Supongo que denominarlo medio tiempo sería lo más conveniente. Sin mencionar que nuevamente parece que la letra la escribió algún quinceañero despechado...
Afortunadamente tenemos Coraje para redimir a todo el disco. Sin duda éste es el mejor tema de Revolución. No es un himno power, tampoco una balada en sí. Es una canción calmada, llena de emotividad y simplemente hermosa. A decir verdad, es de lo más destacable en la historia de WarCry y en el repertorio de Víctor García.
La prisión invisible no está nada mal cuando se escucha varias veces, o cuando se tiene la paciencia suficiente para esperar el estribillo. Sin embargo, por sí sola no es de lo más destacable en este trabajo.
El inicio de La vida en un beso me trajo recuerdos de Rata Blanca, no sé específicamente por qué. La primera mitad del tema es un medio tiempo con todas las de la ley, aunque a medida que pasa el tiempo comienza a acelerarse. La velocidad le va bien, pero el estribillo no termina de encajar con la estructura más apresurada de la segunda parte.
El camino es el single de este disco y la primera canción que se escuchó. Las reacciones fueron casi homogéneas: qué canción tan simple, ¡joer tío, qué puta decepción! Aunque, claro, no faltó el que dijera: "Hombre, ¡esta canción sí que mola!". No soy fanático del español de la madre patria, pero para definirlo con sus palabras: esta canción es muy cañera. O dicho de otro modo: el típico single, con un coro sumamente sencillo y fácil, de esos que se corean todos los días. La letra, como ya es constante, es bastante débil y repetitiva. Está divertida la canción, eso sí, y como conjunto suena bastante bien, mucho mejor de lo que lo hace por sí sola.
Absurda falsedad, he de confesarlo, me encanta. No sé bien por qué. Se trata de una canción sumamente atípica para WarCry, ya que nunca habían hecho algo así. Cuando la escuché me sonó como a opening de Digimon y me sigue pareciendo que así es. Otros, quizá más entendidos que yo, dicen que es más hard rock. Los teclados sí tienen un gusto a rock setentero y ochentero, y los riffs de guitarra son bastante particulares. Por cierto, cabe señalar que la letra de esta canción es superior a cualquier cosa que haya en el disco, aunque tampoco es el "No es que muera de amor, muero de ti, amor, de amor de ti..." de Jaime Sabines...
Con Devorando el corazón tenemos otro guiño al viejo WarCry, más por el estribillo que por el trabajo en la batería. Un buen tema que, con algunos teclados, puede recordarnos la era de El sello de los tiempos, un disco bastante rescatable, por cierto.
El disco termina con Abismo, tema que no es de Víctor García, sino de Pablo García, el guitarrista de la banda. Su banda favorita, cómo no, es Dream Theater, y las influencias se notan mucho en esta canción, que es la más progresiva del disco. Lo primero que llama la atención es el riff de guitarra tan potente con que empieza la canción. La parte instrumental es todo un homenaje al Dream Theater más contemporáneo, muy al estilo de las partes instrumentales de canciones como In the presence of enemies.
Hablando objetivamente, el disco no le hace honores a su título. Evidentemente no es más de lo mismo, pero si hubo un álbum que revolucionó el sonido de WarCry, éste fue el insuperable ¿Dónde está la luz? En Revolución podemos encontrar sonidos frescos, que quizá no han terminado de evolucionar con la nueva formación. En un principio puede parecer un álbum bastante simple y desconcertante, pero con unas cuantas escuchas se nota que hay algo interesante detrás de todo, lamentablemente parecer ser cuestión de tiempo para que WarCry vuelva a retomar el nivel que tenía antes, ya que en esta Revolución hay una serie de altibajos bastante lamentables: las malas letras - ya que Víctor nos tenía acostumbrados a un nivel muy superior - y temas irregulares como Invierno en mi corazón u otros que son simplemente anodinos.
De ninguna manera se trata de un mal disco, como ha sido calificado por muchos dogmáticos del Alea Jacta Est, pero tampoco es el mejor trabajo que nos ha entregado WarCry. En una ocasión Víctor García dijo que este disco sonaba similar a ¿Dónde está la luz?, pero me parece que su afirmación es errada, ya que más bien tiene similitudes con La quinta esencia, un trabajo mucho más ecléctico, que dejó lugar a temas nuevamente épicos y melodías veloces, lo que nunca se vio en ¿Dónde está la luz? Tal negación a incluir canciones powermetaleras fáciles y típicas fue, precisamente, la esencia de una verdadera revolución que devino en su mejor trabajo.
8/10
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