viernes, 31 de octubre de 2008

WarCry - Revolución (2008)


WarCry es, posiblemente, una de las bandas españolas más reconocidas, cuyo indiscutible líder, Víctor García, salió de las entrañas de la escisión que hubo en la también aclamada banda Avalanch. Los días de esta agrupación comenzaron con un power metal bastante clásico: temáticas épicas en las letras, solos de guitarra todo el tiempo, un doble bombo constante y estribillos pegadizos. Su tercer disco, Alea Jacta Est, mostró una notable evolución hacia sonidos más progresivos, pero sin dejar atrás la base power que los caracterizaba. No fue sino hasta el sublime ¿Dónde está la luz? que WarCry le daba un giro inesperado a su música, imprimiendo un sello único que ya no dependía de las fórmulas clásicas del género. En cambio, nos ofrecieron un disco sin menor rastro de doble bombo, con una faceta más heavy y madura, presentándonos las canciones más trabajadas de la banda, todas ellas compuestas por Víctor. Las letras, además, tomaron un rumbo distinto, pues se centraron más en aspectos cotidianos y más trascendentes que las batallas entre guerreros medievales y las legiones del mal.

Tras esa joya del metal contemporáneo, vio la luz su quinto trabajo: La quinta esencia. Un disco que supuso una síntesis de todos los elementos que se habían mostrado en la banda. Tal movimiento dialéctico los llevó a cerrar un ciclo, a remover a varios músicos e incorporar a nuevos personajes que contribuyeron para la creación de su sexto disco: Revolución.

Con una semana en las tiendas, es momento de ofrecer la crítica del último disco de este conjunto asturiano. Un álbum que, a decir verdad, ha sorprendido a más de uno.

La última esperanza tiene un inicio algo cómico, de pésima calidad, como si se hubiera colado en el internet un demo robado por algunos facinerosos. Si uno se baja el disco puede sentir remordimiento. Más allá de esto, esta canción es de lo mejor de todo el trabajo, ya que inicia con un gancho insuperable y un estribillo digno de mención, de ésos a los que WarCry nos tiene acostumbrados.

El segundo tema lleva por título El cazador, otra gran canción que recuerda a los tiempos de Alea Jacta Est, ya que podemos escuchar un doble bombo y una melodía bastante veloz. En realidad no hay nada de críticable aquí. Cuando WarCry se esfuerza a la hora de componer canciones power parece como si nadie pudiera superarlos.

Nada como tú es el primer punto bajo del disco en cuestión de composición, aunque no en efectividad. Lo primero que puede saltar a la vista son las letras cursis con las que cuenta esta canción - hay que tener en cuenta que Víctor García ha escrito cosas románticas mucho más decentes que ésta. En sí, la canción está bien, ya que musicalmente hablando se trata de una suerte de medio tiempo con otro estribillo notable. El puente, por cierto, suena un poco similar a las melodías típicas de Mägo de Oz, más específicamente a algo que encontraríamos en Jesús de Chamberí...

La carta del adiós, en cambio, nos devuelve la potencia. La estructura en sí es muy dinámica y las letras están bastante más trabajadas que en la canción anterior, a pesar que las dos versen sobre temas amorosos. Quizá sea demasiado reiterativo, pero el estribillo es nuevamente genial y Víctor García se muestra muy atinado.

Hasta este momento el disco tenía un buen balance, pero Invierno en mi corazón rompe el equilibrio cual intervención estatal en un modelo neoclásico de economía. El tema es bastante atípico, con algunos momentos interesantes, pero con un estribillo algo incierto. Supongo que denominarlo medio tiempo sería lo más conveniente. Sin mencionar que nuevamente parece que la letra la escribió algún quinceañero despechado...

Afortunadamente tenemos Coraje para redimir a todo el disco. Sin duda éste es el mejor tema de Revolución. No es un himno power, tampoco una balada en sí. Es una canción calmada, llena de emotividad y simplemente hermosa. A decir verdad, es de lo más destacable en la historia de WarCry y en el repertorio de Víctor García.

La prisión invisible no está nada mal cuando se escucha varias veces, o cuando se tiene la paciencia suficiente para esperar el estribillo. Sin embargo, por sí sola no es de lo más destacable en este trabajo.

El inicio de La vida en un beso me trajo recuerdos de Rata Blanca, no sé específicamente por qué. La primera mitad del tema es un medio tiempo con todas las de la ley, aunque a medida que pasa el tiempo comienza a acelerarse. La velocidad le va bien, pero el estribillo no termina de encajar con la estructura más apresurada de la segunda parte.

El camino es el single de este disco y la primera canción que se escuchó. Las reacciones fueron casi homogéneas: qué canción tan simple, ¡joer tío, qué puta decepción! Aunque, claro, no faltó el que dijera: "Hombre, ¡esta canción sí que mola!". No soy fanático del español de la madre patria, pero para definirlo con sus palabras: esta canción es muy cañera. O dicho de otro modo: el típico single, con un coro sumamente sencillo y fácil, de esos que se corean todos los días. La letra, como ya es constante, es bastante débil y repetitiva. Está divertida la canción, eso sí, y como conjunto suena bastante bien, mucho mejor de lo que lo hace por sí sola.

Absurda falsedad, he de confesarlo, me encanta. No sé bien por qué. Se trata de una canción sumamente atípica para WarCry, ya que nunca habían hecho algo así. Cuando la escuché me sonó como a opening de Digimon y me sigue pareciendo que así es. Otros, quizá más entendidos que yo, dicen que es más hard rock. Los teclados sí tienen un gusto a rock setentero y ochentero, y los riffs de guitarra son bastante particulares. Por cierto, cabe señalar que la letra de esta canción es superior a cualquier cosa que haya en el disco, aunque tampoco es el "No es que muera de amor, muero de ti, amor, de amor de ti..." de Jaime Sabines...

Con Devorando el corazón tenemos otro guiño al viejo WarCry, más por el estribillo que por el trabajo en la batería. Un buen tema que, con algunos teclados, puede recordarnos la era de El sello de los tiempos, un disco bastante rescatable, por cierto.

El disco termina con Abismo, tema que no es de Víctor García, sino de Pablo García, el guitarrista de la banda. Su banda favorita, cómo no, es Dream Theater, y las influencias se notan mucho en esta canción, que es la más progresiva del disco. Lo primero que llama la atención es el riff de guitarra tan potente con que empieza la canción. La parte instrumental es todo un homenaje al Dream Theater más contemporáneo, muy al estilo de las partes instrumentales de canciones como In the presence of enemies.

Hablando objetivamente, el disco no le hace honores a su título. Evidentemente no es más de lo mismo, pero si hubo un álbum que revolucionó el sonido de WarCry, éste fue el insuperable ¿Dónde está la luz? En Revolución podemos encontrar sonidos frescos, que quizá no han terminado de evolucionar con la nueva formación. En un principio puede parecer un álbum bastante simple y desconcertante, pero con unas cuantas escuchas se nota que hay algo interesante detrás de todo, lamentablemente parecer ser cuestión de tiempo para que WarCry vuelva a retomar el nivel que tenía antes, ya que en esta Revolución hay una serie de altibajos bastante lamentables: las malas letras - ya que Víctor nos tenía acostumbrados a un nivel muy superior - y temas irregulares como Invierno en mi corazón u otros que son simplemente anodinos.

De ninguna manera se trata de un mal disco, como ha sido calificado por muchos dogmáticos del Alea Jacta Est, pero tampoco es el mejor trabajo que nos ha entregado WarCry. En una ocasión Víctor García dijo que este disco sonaba similar a ¿Dónde está la luz?, pero me parece que su afirmación es errada, ya que más bien tiene similitudes con La quinta esencia, un trabajo mucho más ecléctico, que dejó lugar a temas nuevamente épicos y melodías veloces, lo que nunca se vio en ¿Dónde está la luz? Tal negación a incluir canciones powermetaleras fáciles y típicas fue, precisamente, la esencia de una verdadera revolución que devino en su mejor trabajo.

8/10

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miércoles, 15 de octubre de 2008

Un año después: Colors - Between the Buried and Me (2007)


“I will just keep waiting…”


Encontrar una banda como Between the Buried and Me es algo salido de un sueño, encontrar un disco como Colors es algo todavía más fantasioso; y es que, una banda que fusione riffs metaleros, con solos virtuosos, voces guturales en estructuras progresivas no es algo de todos los días, y además que hagan un disco conceptual meticulosamente planeado, compuesto y ejecutado es algo mucho menos común.


No, Between the Buried and Me no son una banda común y corriente, desde sus inicios en los que eran asociados con la ignominiosa escena del Metalcore siempre sobresalieron por su calidad. Colors no fue su primer disco, pero sí el que sienta un precedente, un antes y un después, en el que dejan atrás sus raíces y adoptan un sonido netamente progresivo.


El disco abre con la majestuosa Foam Born (A) The Backtrack, canción que inicia calmada y bella, y que empieza a agarrar fuerza hasta estallar en los portentosos growls de Thomas Rogers mismos que se fusionan con el inicio de (B) The Decade of Statues; canción que fusiona las voces limpias del buen Thom en un estribillo memorable, y que le da nombre al disco; y que, además demuestra lo brillante que puede ser esta banda fusionando riffs pesadísimos con cambios de tiempo inesperados y poco convencionales.


El cambio entre canciones es imperceptible en todo el disco, así que sólo se da uno cuenta de que ya está escuchando Informal Gluttony cuando se empiezan a escuchar unas guitarras que crean una atmósfera como de medio oriente, mismas que estallan en el minuto 1:31 en un excelso growl que dice: “Cannot close our eyes”, para después seguir con una de las partes más pesadas del disco hasta llegar a un pequeño estribillo cantado con voces limpias.


Un solo de batería y unos chimpancés sirven de transición a la siguiente canción del disco, se trata de Sun of Nothing. Una de las joyas de este disco, es una canción de once minutos, que empieza violentísima y que llega a partes chuscas como la del minuto 3:30, pasando por el impecable solo de guitarra de Paul Waggoner que empieza al minuto 4:40, todo culminando al minuto 6:47 con el inicio de un pasaje calmado, acompañado con la voz limpia de Thom, que en verdad puede llegar a ser preciosa contrastando increíblemente con lo agresivo de su growl. Este pasaje da pie a la mejor parte de la canción, que inicia al minuto 7:54 donde la voz de Thom y el bajo de Dan Briggs hacen un dueto precioso, donde se ve también una de las líneas más bellas del album: “I’m floating towards the sun. The sun of nothing.” Esta parte nuevamente termina en un crescendo que pone fin a esta canción con una guitarra impresionante (rápida, compleja y en una escala alta) todo dando paso a la siguiente canción.


Ants of the Sky empieza con el solo de la canción anterior, rápida, poderosa, uno de los puntos climáticos del disco es el primer minuto de esta canción. La canción continúa por diez minutos más, con solos majestuosos como el que da inicio al minuto 1:23, y con pasajes instrumentales complejos siempre ligados a otra parte de la canción que va progresando hasta llegar a la línea del minuto 8:23, que dice: “Sleep on... fly on. In your mind, you cant fly.” La canción incluso tiene una pelea de cantina, que culmina con el mismo solo del principio, un poco más lento y bombástico, mismo que da fin a la canción.


Prequel to the Sequel es la antepenúltima canción del disco, canción poderosa, posiblemente de lo más pesado del disco, que sigue con la misma línea de fusionar estructuras progresivas con los riffs y growls pesadísimos, sello característico de la banda. Este track hasta tiene una parte reminiscente a Boris the Spider de The Who, parte que inicia al minuto 5:23, donde hasta se puede escuchar un acordeón; la canción termina con la participación de un artista invitado, con un growl mucho más agudo que el de Thom, mismos que hacen contraste en la parte final de la canción, donde uno responde a otro dando una textura inusual a esta canción.


Viridian es uno de esos tracks de transición, propios de todo disco progresivo, un track calmado y bello, que crea una atmósfera idónea para el inicio del último track del disco, se trata de la épica: White Walls.


La última canción del disco empieza fuerte, misma que se calma al minuto seis, para volver a crecer y estallar en una línea memorable que nombra a la canción, todo para llegar a otro de los puntos álgidos del disco, a eso del minuto doce, donde uno de los mejores y más complejos solos que he escuchado cierran esta magnífica pieza de arte llamada Colors.


¿Qué es Colors finalmente? Una canción de sesenta y cinco minutos, una obra conceptual excelsa, una obra de arte más allá de las ataduras del género o géneros que se le quieran poner a esta banda. Un disco que merece ser escuchado.


Y como recordarán, o no, en su primera visita este año a México, como teloneros de Dream Theater sufrieron de una mala experiencia como lo narré en la reseña del concierto. Y como también recordarán, no les di mucha importancia en aquel entonces, pero hoy arrepentido de mis pecados y con mi boleto para verlos el próximo nueve de noviembre en el Hard Rock Cafe, les digo que es su obligación y salvación ir a verlos en vivo.


Yo le doy 5 estrellas.

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domingo, 5 de octubre de 2008

The sound of animals fighting - The ocean and the sun (2008)


En casi cualquier lugar donde se busque, uno encontrará que The sound of animals fighting es una banda experimental de rock progresivo. En mi opinión esa definición no podría ser más errada, por lo menos para su tercer disco, The ocean and the sun, ya que éste se caracteriza por tener cientos de elementos experimentales pero carece de todo aquello que tenga que ver con rock progresivo. Hasta la fecha estos jóvenes de California tienen tres discos que se caracterizan por la multiplicidad de sus integrantes y sus melodías. Tampoco se trata de un proyecto principal, sino que es un grupo con gente de bandas como Finch, Rx Bandits, Circa Survive y Chiodos. Algunas bastante desconocidas y que encima son presumiblemente emo.

No es extraño que en The songwriter's reviews haya reseñas de discos que no son de metal, pero sí es raro que sea yo quien se aventure a criticar un disco que tiene más bien elementos de rock alternativo y experimental, géneros que no son habituales en mi lista de reproducción.

La Intro se trata de un poema que es recitado en idioma persa. No sé por qué está ahí, pero para todos los fanáticos de los idiomas, seguramente será divertido escuchar un minuto de un idioma no muy común en occidente. De cualquier forma, esta breve introducción sirve como puente a la primera canción y que es la que le da título al disco, The ocean and the sun, que se trata de un tema bastante calmado que para nada suena a rock progresivo, sino más bien a alternativo. Suena muy bien, es relajante y cumple un papel importante al ser un buen tema para iniciar el trabajo.

I, the swan me parece la mejor canción del disco, aunque las letras son algo extrañas y versan sobre un tema que ni Octavio Paz hubiera podido abordar de manera tan sublime. Es un tema más orientado al rock clásico que se nutre con unas voces infantiles y una musicalización sobria que encuentra puntos muy álgidos.

Pareciera que Another leather lung sigue la misma línea que la canción anterior, ya que en un principio este tema mantiene un ritmo constante y algo lento, pero a medida que avanza se va acelarando hasta mostrar unos guiños bastante evidentes de post hardcore, que si bien en un primer momento suena demasiado caótico, después muestra una estructura sumamente interesante y bien armada.

El primer punto débil del disco es Lude, un filler de dos minutos con un piano monótono que casi no se escucha, que sólo sirve para conectar al sexto track, Cellophane, muchísimo más destacable que su predecesor. Lo más interesante de la canción es la batería bien trabajada y una música que va en constante crecendo hasta el punto en que explotan unos riffs muy potentes. Y si bien este tema sigue la misma línea hardcore, también presenta singularidades muy importantes, consiguiendo que el tema sea uno de los más potentes de todo el trabajo.

Un trabajo de rock experimental no podía carecer de una canción con título raro, y se trata de The heraldic break of the manufacturer's medallion. Un tema que no está mal y que desde el primer momento suena bastante punk y hardcore. Ésta es, sin duda, una canción para todos los amantes de la más pura degenerada anarquía musical, sin que eso sea necesariamente peyorativo. Eso sí, cuesta bastante encontrarle la estructura a la canción.

Chinese new year es otro filler bastante absurdo, aunque notablemente más divertido que Lude. Luego de los niños diciendo incoherencias con una música igual de incoherente, llega Uzbekistan, la canción más experimental de todo el trabajo y que parece haber estado grabada en una sola sesión en el estudio por medio de sucesivas improvisaciones. Y si The heraldic... era complicada, ésta lo es más y tomará por sorpresa a cualquier persona. No está mal, pero también debe ser escuchada como diez veces para encontrarle algún sentido. Sin mencionar que es más larga de lo necesario.

Con Blessings be yours mister V regresa la cordura y un poco de la melodía. Se agradece en este punto que a los chicos de la banda se les ocurriera entregar una pieza musical dinámica y con cordura, aunque sin la sutileza de la primera mitad del disco.

Ahab es un insulto. La experimentación se justifica en el arte en tanto tenga alguna estética de fondo, pero este tema se trata de lo que en inglés denominaría yo como un random noise. Es como un aparato haciendo estática y ruido durante un minuto.

El último tema, On the occasion of wet snow, cae como una bendición luego de todo el ruido del track anterior. Si se pensaba que ya se habían perdido esas delicadas melodías de la primera parte del disco, con este tema se reivindica todo el trabajo porque nos deja descansar de una buena vez de todos los elementos carentes de estética y sentido. Incluso este tema sí que tiene guiños al rock progresivo.

The ocean and the sun no se trata de un disco malo, pero sí adolece de varias cosas. La experimentación a veces es excesiva y absurda. Parece ser que últimamente los artistas creen que cualquier cosa puede ser arte, cuando no hay nada más falso que esa afirmación. Apelar a los sentidos no es intrínsecamente arte, y en este caso hay temas como Ahab que sólo demuestran cómo estos jóvenes tienen ganas de encontrar la belleza hasta el un aparato descompuesto. Por otro lado, la primera parte del disco es infinitamente superior a la segunda, cuyo parteaguas sería Cellophane.

El disco funciona bastante bien como un todo, a pesar de estos momentos inútiles. Además, quien adquiera este disco deberá escucharlo bastantes veces para encontrar lo verdaderamente valioso en él. Y si en un primer momento es algo repulsivo, luego de varias escuchas uno puede encontrar melodías y musicalizaciones bastante notables. Eso sí, no hay que bajar este disco esperando encontrar rock progresivo porque no lo hay en ningún lado, salvo en momentos muy puntuales. Parece ser que en esta época cualquier cosa que suene extraña es considerada como progresivo. En ese sentido sería necesario replantear el análisis de los expertos de la música. Vamos, en palabras menos sofisticadas, el disco tiene más hardcore punk que rock progresivo...

Bájalo acá (link tomado de goleech.org)

7.8/10

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