Un año después: Colors - Between the Buried and Me (2007)
“I will just keep waiting…”
Encontrar una banda como Between the Buried and Me es algo salido de un sueño, encontrar un disco como Colors es algo todavía más fantasioso; y es que, una banda que fusione riffs metaleros, con solos virtuosos, voces guturales en estructuras progresivas no es algo de todos los días, y además que hagan un disco conceptual meticulosamente planeado, compuesto y ejecutado es algo mucho menos común.
No, Between the Buried and Me no son una banda común y corriente, desde sus inicios en los que eran asociados con la ignominiosa escena del Metalcore siempre sobresalieron por su calidad. Colors no fue su primer disco, pero sí el que sienta un precedente, un antes y un después, en el que dejan atrás sus raíces y adoptan un sonido netamente progresivo.
El disco abre con la majestuosa Foam Born (A) The Backtrack, canción que inicia calmada y bella, y que empieza a agarrar fuerza hasta estallar en los portentosos growls de Thomas Rogers mismos que se fusionan con el inicio de (B) The Decade of Statues; canción que fusiona las voces limpias del buen Thom en un estribillo memorable, y que le da nombre al disco; y que, además demuestra lo brillante que puede ser esta banda fusionando riffs pesadísimos con cambios de tiempo inesperados y poco convencionales.
El cambio entre canciones es imperceptible en todo el disco, así que sólo se da uno cuenta de que ya está escuchando Informal Gluttony cuando se empiezan a escuchar unas guitarras que crean una atmósfera como de medio oriente, mismas que estallan en el minuto 1:31 en un excelso growl que dice: “Cannot close our eyes”, para después seguir con una de las partes más pesadas del disco hasta llegar a un pequeño estribillo cantado con voces limpias.
Un solo de batería y unos chimpancés sirven de transición a la siguiente canción del disco, se trata de Sun of Nothing. Una de las joyas de este disco, es una canción de once minutos, que empieza violentísima y que llega a partes chuscas como la del minuto 3:30, pasando por el impecable solo de guitarra de Paul Waggoner que empieza al minuto 4:40, todo culminando al minuto 6:47 con el inicio de un pasaje calmado, acompañado con la voz limpia de Thom, que en verdad puede llegar a ser preciosa contrastando increíblemente con lo agresivo de su growl. Este pasaje da pie a la mejor parte de la canción, que inicia al minuto 7:54 donde la voz de Thom y el bajo de Dan Briggs hacen un dueto precioso, donde se ve también una de las líneas más bellas del album: “I’m floating towards the sun. The sun of nothing.” Esta parte nuevamente termina en un crescendo que pone fin a esta canción con una guitarra impresionante (rápida, compleja y en una escala alta) todo dando paso a la siguiente canción.
Ants of the Sky empieza con el solo de la canción anterior, rápida, poderosa, uno de los puntos climáticos del disco es el primer minuto de esta canción. La canción continúa por diez minutos más, con solos majestuosos como el que da inicio al minuto 1:23, y con pasajes instrumentales complejos siempre ligados a otra parte de la canción que va progresando hasta llegar a la línea del minuto 8:23, que dice: “Sleep on... fly on. In your mind, you cant fly.” La canción incluso tiene una pelea de cantina, que culmina con el mismo solo del principio, un poco más lento y bombástico, mismo que da fin a la canción.
Prequel to the Sequel es la antepenúltima canción del disco, canción poderosa, posiblemente de lo más pesado del disco, que sigue con la misma línea de fusionar estructuras progresivas con los riffs y growls pesadísimos, sello característico de la banda. Este track hasta tiene una parte reminiscente a Boris the Spider de The Who, parte que inicia al minuto 5:23, donde hasta se puede escuchar un acordeón; la canción termina con la participación de un artista invitado, con un growl mucho más agudo que el de Thom, mismos que hacen contraste en la parte final de la canción, donde uno responde a otro dando una textura inusual a esta canción.
Viridian es uno de esos tracks de transición, propios de todo disco progresivo, un track calmado y bello, que crea una atmósfera idónea para el inicio del último track del disco, se trata de la épica: White Walls.
La última canción del disco empieza fuerte, misma que se calma al minuto seis, para volver a crecer y estallar en una línea memorable que nombra a la canción, todo para llegar a otro de los puntos álgidos del disco, a eso del minuto doce, donde uno de los mejores y más complejos solos que he escuchado cierran esta magnífica pieza de arte llamada Colors.
¿Qué es Colors finalmente? Una canción de sesenta y cinco minutos, una obra conceptual excelsa, una obra de arte más allá de las ataduras del género o géneros que se le quieran poner a esta banda. Un disco que merece ser escuchado.
Y como recordarán, o no, en su primera visita este año a México, como teloneros de Dream Theater sufrieron de una mala experiencia como lo narré en la reseña del concierto. Y como también recordarán, no les di mucha importancia en aquel entonces, pero hoy arrepentido de mis pecados y con mi boleto para verlos el próximo nueve de noviembre en el Hard Rock Cafe, les digo que es su obligación y salvación ir a verlos en vivo.
Yo le doy 5 estrellas.
No, Between the Buried and Me no son una banda común y corriente, desde sus inicios en los que eran asociados con la ignominiosa escena del Metalcore siempre sobresalieron por su calidad. Colors no fue su primer disco, pero sí el que sienta un precedente, un antes y un después, en el que dejan atrás sus raíces y adoptan un sonido netamente progresivo.
El disco abre con la majestuosa Foam Born (A) The Backtrack, canción que inicia calmada y bella, y que empieza a agarrar fuerza hasta estallar en los portentosos growls de Thomas Rogers mismos que se fusionan con el inicio de (B) The Decade of Statues; canción que fusiona las voces limpias del buen Thom en un estribillo memorable, y que le da nombre al disco; y que, además demuestra lo brillante que puede ser esta banda fusionando riffs pesadísimos con cambios de tiempo inesperados y poco convencionales.
El cambio entre canciones es imperceptible en todo el disco, así que sólo se da uno cuenta de que ya está escuchando Informal Gluttony cuando se empiezan a escuchar unas guitarras que crean una atmósfera como de medio oriente, mismas que estallan en el minuto 1:31 en un excelso growl que dice: “Cannot close our eyes”, para después seguir con una de las partes más pesadas del disco hasta llegar a un pequeño estribillo cantado con voces limpias.
Un solo de batería y unos chimpancés sirven de transición a la siguiente canción del disco, se trata de Sun of Nothing. Una de las joyas de este disco, es una canción de once minutos, que empieza violentísima y que llega a partes chuscas como la del minuto 3:30, pasando por el impecable solo de guitarra de Paul Waggoner que empieza al minuto 4:40, todo culminando al minuto 6:47 con el inicio de un pasaje calmado, acompañado con la voz limpia de Thom, que en verdad puede llegar a ser preciosa contrastando increíblemente con lo agresivo de su growl. Este pasaje da pie a la mejor parte de la canción, que inicia al minuto 7:54 donde la voz de Thom y el bajo de Dan Briggs hacen un dueto precioso, donde se ve también una de las líneas más bellas del album: “I’m floating towards the sun. The sun of nothing.” Esta parte nuevamente termina en un crescendo que pone fin a esta canción con una guitarra impresionante (rápida, compleja y en una escala alta) todo dando paso a la siguiente canción.
Ants of the Sky empieza con el solo de la canción anterior, rápida, poderosa, uno de los puntos climáticos del disco es el primer minuto de esta canción. La canción continúa por diez minutos más, con solos majestuosos como el que da inicio al minuto 1:23, y con pasajes instrumentales complejos siempre ligados a otra parte de la canción que va progresando hasta llegar a la línea del minuto 8:23, que dice: “Sleep on... fly on. In your mind, you cant fly.” La canción incluso tiene una pelea de cantina, que culmina con el mismo solo del principio, un poco más lento y bombástico, mismo que da fin a la canción.
Prequel to the Sequel es la antepenúltima canción del disco, canción poderosa, posiblemente de lo más pesado del disco, que sigue con la misma línea de fusionar estructuras progresivas con los riffs y growls pesadísimos, sello característico de la banda. Este track hasta tiene una parte reminiscente a Boris the Spider de The Who, parte que inicia al minuto 5:23, donde hasta se puede escuchar un acordeón; la canción termina con la participación de un artista invitado, con un growl mucho más agudo que el de Thom, mismos que hacen contraste en la parte final de la canción, donde uno responde a otro dando una textura inusual a esta canción.
Viridian es uno de esos tracks de transición, propios de todo disco progresivo, un track calmado y bello, que crea una atmósfera idónea para el inicio del último track del disco, se trata de la épica: White Walls.
La última canción del disco empieza fuerte, misma que se calma al minuto seis, para volver a crecer y estallar en una línea memorable que nombra a la canción, todo para llegar a otro de los puntos álgidos del disco, a eso del minuto doce, donde uno de los mejores y más complejos solos que he escuchado cierran esta magnífica pieza de arte llamada Colors.
¿Qué es Colors finalmente? Una canción de sesenta y cinco minutos, una obra conceptual excelsa, una obra de arte más allá de las ataduras del género o géneros que se le quieran poner a esta banda. Un disco que merece ser escuchado.
Y como recordarán, o no, en su primera visita este año a México, como teloneros de Dream Theater sufrieron de una mala experiencia como lo narré en la reseña del concierto. Y como también recordarán, no les di mucha importancia en aquel entonces, pero hoy arrepentido de mis pecados y con mi boleto para verlos el próximo nueve de noviembre en el Hard Rock Cafe, les digo que es su obligación y salvación ir a verlos en vivo.
Yo le doy 5 estrellas.
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