Edguy en el Circo Volador
Aunque Sammet y Felix Bohnke ya habían venido a México el año pasado con Avantasia, esta vez las tierras aztecas atestiguaron el regreso de Edguy con motivo del tour de su último disco, Tinnitus Sanctus, un trabajo sin duda polémico y que continuó con la evolución que se dejó sentir desde el Rocket Ride, donde desapareció todo el generic power metal que podía quedar en la banda. A pesar de que esto ha dividido a los fans, éstos no han dejado de mostrarse fieles a la banda. El día de su presentación en México fue horrible y poco conveniente: miércoles, mitad de semana, exámenes y trabajo al siguiente día. Poco importó. Si bien no se llenó completamente el Circo Volador, tuvo una audiencia nada despreciable, acaso con asientos vacíos en la sección superior.
El boleto decía que el concierto iniciaría a las 8:30 de la noche, y en cierta manera fue así, pero ya desde que el público pudo entrar al recinto quedó claro que no sería Edguy la banda que habría de monopolizar la noche. No vale la pena ahondar en este tema, así que bastará con decir que el concierto fue abierto por Psicofonía, una banda mexicana completamente desconocida, que se debatía entre el speed metal y canciones llenas de melcocha. Un espectáculo bastante triste y que puso furioso al asistente promedio. Y mientras los roadies preparaban todo para el verdadero concierto, se nos anunciaban las fechas de las bandas que se presentarían en el Circo. Sin duda alguna las más aclamadas fueron Opeth, Haggard, Arch Enemy y Dragonforce; bastante más discreto fue el recibimiento de Stravaganzza y una señorita llamada Tarja (curiosamente no me lincharon cuando grité a viva voz "¡Anette!").
Cuando se apagaron las luces tras el triste preludio comenzó el verdadero concierto, con los riffs clásicos y poderosos de Dead or Rock, la última canción del último disco de Edguy. El tema, a pesar de que no es de lo mejor del Tinnitus Sanctus, cumplió con su cometido, ya que el público ávido de la banda germana no dudó en corear a viva voz el pegadizo estribillo de esta canción. Los gritos y la algarabía no tardaron en hacerse presentes, y finalmente fueron recompensados con la mejor canción del nuevo disco: Speedhoven y su épico inicio, con el que muchas personas se quedaron sin voz. Sin duda éste fue el primer momento realmente memorable de la noche, ya que la banda nos deleitó con esta canción que deberá pasar a la historia de Edguy y a la del mismo Tobias Sammet como compositor. Y es que no hay manera de que los primeros versos se borren de la memoria, mucho menos el gran estribillo con que cuenta la canción. Sin duda fue todo un lujo escucharla en vivo, pues cumplió y superó todas las expectativas. Sammet también quedó feliz, ya que le habían arrojado un sostén apenas comenzada la noche, wow, this is pretty big.
Cuando el público pudo tomar un respiro de todo lo que provocó la segunda canción, Sammet tomó el micrófono para charlar un poco con la gente, y así anunciar que el siguiente tema sería del Mandrake, uno de los discos consentidos, tanto por los die-hard fans de la vieja era, como por los más recientes seguidores de la banda. Tears of a Mandrake logró emocionar al público, y sin embargo hubo una nota amarga, ya que el micrófono de Sammet comenzó a fallar, y no una sino muchas veces. A final de cuentas todo se normalizó, pero fue algo molesto que el vocalista tuviera que probar con varios micrófonos para ver cuál sí servía. Esto, por cierto, se repitió un par de veces durante toda la noche. No obstante los problemas técnicos, la canción fluyó muy bien para dar paso a otro tema aclamado: Babylon, del Theater of Salvation. Sin duda alguna éste es uno de los temas que más me disgusta de Edguy, pero que a la vez todo mundo ama. La razón: es una granción de generic and predictible power metal with a double bass drum and an epic choir. Es decir, una fórmula usada hasta el cansancio. De cualquier forma es innegable que ésta fue una de las canciones que más agradó al público.
Continuando con los temas de la vieja era, llegó a nosotros The Pharaoh, del Mandrake, y que mostró otra de las notas épicas de la noche. Si ya en el disco ésta es acaso la mejor canción, muy en onda The Scarecrow, en vivo no es posible describirla, ya que la banda hace todo lo posible por ofrecernos un espectáculo musical insuperable, con numerosos pasajes instrumentales. Lo más destacable a mi parecer fue el solo de bajo de Tobias Exxel, quien maneja con maestría las cuatro cuerdas, tanto con plumilla como con los dedos. Esto puso de manifiesto que el bajo no es, de ninguna manera, un instrumento de adorno o que sólo sirve para rellenar las canciones. A la vez, también fue posible escuchar lo genial de Jens Ludwig como guitarrista, quien nos regaló solos con su Gibson que resultaron también memorables.
Para continuar la banda regresó al último disco con Ministry of Saints, el primer corte de difusión de Tinnitus Sanctus. Evidentemente en vivo sonó impecable, ya que es de esas canciones perfectas para tocar en directo. No obstante, fue igual de grande la emoción de todos los nostálgicos cuando Tobi nos dijo que tocarían una de sus canciones más emblemáticas: Vain Glory Opera hizo que el Circo se viniera abajo con la emoción, los gritos y la gente coreando ese magnífico estribillo que caracteriza al tema: "We live to fight the hand of doom, We got the pride to strike a fool, Vain glory be my wicked guide".
Fue tanto el ímpetu que se hizo necesario un momento para descansar la voz. Felix Bohnke se encargó de ejecutar un solo de batería más que decoroso, mostrando sus grandes aunque a la vez discretas habilidades como baterista. Y después de ser aclamado, el concierto continuó con una de las favoritas del último disco, The pride of creation, tema hilarante donde no pudo faltar la actuación de Sammet en el verso de "Why do they have to get marry before they do what they do?". Para continuar con el humor Tobias se burló de uno de los técnicos, "he's not Bon Jovi". Después nos preguntaría si nos gustaba Hammerfall, a lo que la mayoría del público respondió que sí - a diferencia de mí -, "oh, well, this is not a Hammerfall song, but an Edguy's song". Entonces entre las risas comenzó otro de los temas viejos, The headless game, que, además de haber sido sublime, se caracterizó por la comicidad de la banda, ya que los guitarristas y el bajista armaron una coreografía mientras Sammet gritaba "Let the hammer fall!", en una notoria parodia a la banda sueca de metal épico.
Una de las verdades universales es que Sammet es el showman perfecto de la escena del metal. Antes de comenzar la siguiente canción Tobias nos dijo, palabras más, palabras menos, "we wrote the next song to earn some money", para después preguntar sin que se apagaran las risas si había mujeres en el lugar. Los gritos femeninos no tardaron en llegar y la respuesta de Sammet fue ingeniosa: "and who of you want to fuck me?!". Lo curioso no fue la respuesta de las mujeres, sino el siguiente cuestionamiento de Sammet, "are there any guys here? So... which guy wants to fuck Felix?". Sin duda un joven se hizo famoso al gritar con toda la fuerza de su alma que él quería cogerse al baterista. Sammet lo reconoció y hasta lo señaló, "hey, we've finally found one". Pero ahí no acaba la cuestión, ya que esto fue el preludio para dedicarle a las mujeres la balada de la noche: Save Me, del Rocket Ride. Finalizado el tema Sammet nos volvió a decir que como no habían logrado ganar dinero con ese tema tuvieron que escribir otro más comercial, y así fue como llegó Superheroes. Sin duda alguna Sammet sabe burlarse de todos los dogmáticos que insisten en llamarlo vendido por escribir un par de canciones radio-friendly.
La banda se despidió y mientras todo el mundo coreaba el clásico "Oe oe oe oe, Edguy, Edguy" regresó la agrupación para el encore. Y aunque todo el mundo pedía Mysteria, Tobias dijo que la siguiente canción haría historia en los siguientes tours, y no es para menos, ya que Nine Lives fue un gran momento que se hilvanó a la perfección con una de las canciones más cómicas y absurdas que ha escrito el alemán: Lavatory love machine, que sin duda fue una de las cinco canciones más coreadas de la noche. Nuevamente hubo actuación de Sammet en momentos claves y erógenos: "and when she asks me what I like to eat I realise the domina feels the same, and I reply what about your pie" y "till I made my final splash". Para despedir el concierto Sammet confesó, en clave de broma, que no entendía cómo la gente podía vivir en México, ya que el aire era tan viciado que apenas se podía respirar. Dijo que, a final de cuentas, "well, we are a bunch of pussies, but for being pussies I guess we've done a great job tonight", y si ellos eran unas nenas, Tobias dijo que los mexicanos eran unos verdaderos metaleros. Finalmente, King of fools llegó para dar por concluida una gran noche, aunque no faltó la gente que seguía pidiendo Mysteria, a lo que Sammet respondió con un burlón "next tour, next tour".
Nada más se pudo pedir, sin duda alguna el año empezó de lo mejor en cuestión de conciertos, y es que con Tobias uno nunca se puede equivocar o dar un paso en falso. Así que continuando con las verdades universales, hay que decir sin temor al error que Edguy is fucking epic.
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