Dream Theater en el Auditorio Nacional
(Fotos tomadas de: http://flickr.com en lastfm:event=503525)
Increíble que ayer a menos de 6 horas del concierto no estaba seguro de si iba a ir, vaya, no tenía ni boleto. Y aún así me lancé al Auditorio con mis llaves y mi cartera que tenía cincuenta pesos. Sin embargo la vida me tenía una sorpresa, conseguí un boleto gracias a la nobleza de un conocido que tenía uno de sobra. Y sí, mientras esperaba a que llegara estaba debajo de la lluvia a las afueras del Auditorio Nacional preguntándome si sólo había llegado hasta ahí a perder mi tiempo. Y también aprovechaba para ver la gran gama de fans que tiene Dream Theater: desde la familia entera con chamarras de la banda, pasando por el metalero con la greña hasta la espalda y una playera de Morbid Angel, hasta el señor que se salió de la oficina y se puso encima de la camisa de vestir y la corbata una playera que se compró en las afueras del Auditorio. Sí, es impresionante cómo una banda que no es expuesta de manera constante en los medios (léase radio y MTV) tenga la capacidad de llenar un lugar como el Auditorio Nacional. Prueba inequívoca de que los fans de la música de verdad están más vivos que nunca.
A eso de las ocho con quince minutos de la noche —ya con mi boleto en mano— iba entrando al lugar con una sonrisa de oreja a oreja. Y mientras platicaba por la zona de comida y disfrutaba de un pretzel gigante, escuché que ya sonaba música, así que nos dispusimos a entrar y tomar nuestros lugares. Se trataba de Between the Buried and Me. Banda a la que trataron como teloneros de tercera: no les apagaron las luces, la mayoría de la audiencia no le prestó atención, y bueno, pasaron bastante desapercibidos. Tienen buenas cosas, música interesante y growls chingones, pero nada fuera de este mundo.
En fin, a las 21:15 horas salieron al escenario Myung, Rudess, Portnoy y Petrucci después de una larga espera. Y comenzaron a tocar así sin más, y poco después entró el buen James LaBrie a decirnos: “We’re Back!”
Abrieron con Constant Motion, rola que es poderosa y en vivo se siente de una manera diferente. Además de que prendió bastante, pero en especial al llegar a la línea: “Forever more into the night Blistering!” el lugar entero gritaba al unísono. Y después, LaBrie nos hablaría por única vez en la noche, pero dio un mensaje bastante efectivo, dijo: “esta noche no importa nada de lo que pase afuera, sólo importa lo que pasa aquí adentro”. Para después introducir la siguiente canción: Strange Deja Vu, ésta me gustó bastante en vivo, la canción por sí misma es excelsa pero esta vez la tocarían más pesada y con todo el sentimiento del mundo.
Inmediatamente vino otra canción que debido a mi estado de paroxismo total no logro recordar, la que sí recuerdo bien fue la cuarta canción Surrounded, otra que prendió bastante y que fue ejecutada de manera excelsa dejando todo listo para la siguiente canción que sería uno de los mejores momentos de la noche. Dark Eternal Night, donde se lució Petrucci —quien traía el pelo visiblemente más largo y hasta alaciado— quedando claro que lo mejor de la noche serían las canciones del último álbum, salvo otra que se llevó la noche.
Después vendría el momento de la nostalgia para los fans de antaño con las dos primeras partes de A Mind Beside Itself (Erotomania y Voices), haciendo del recinto una caldera de emociones. Todo para que llegara la cantable Forsaken, que a mi gusto fue increíble en vivo, y que probó ser de lo mejor que tienen en el repertorio. Además de que escuchar al Auditorio Nacional cantando a una sola voz el coro fue apoteósico.
Y posteriormente llegó el mejor momento de la noche con Take The Time canción que me puso la piel chinita, sobre todo en el instante en que la banda dejó de tocar para escuchar al recinto entero entonar: “If you take the Time”. Momentos como éstos se ven en vivo pocas veces y son de esas cosas que recordarás por muchos años.
Llegaría el turno de que la banda tocara In The Presence Of Enemies, partes I y II. Ésta es de lo más pesado que tiene la banda, por las letras, por los riffs y por el ambiente que crea. Prelude fue ejecutada de manera sublime, Ressurection tuvo un toque de dramatismo con la voz de LaBrie en vivo, pero aún faltaba. En Heretic la iluminación dio fuerza al estribillo, era imponente escuchar “Dark Master of sin now my soul is yours”. El clímax de In The Presence Of Enemies vendría en The Slaughter of the Damned en especial porque era majestuoso escuchar al recinto gritar los comienzos de las estrofas, que eran algo así:
“SLAY!
Spill the blood of the rebels
They are the children of hell
FLESH!
Of the undead
Stopping at nothing to kill”
Observar eso me dejó sin palabras; y finalmente The Reckoning y Salvation, culminaron no sólo la canción, sino que fue cuando la banda abandonaría por primera vez el escenario.
Todo para que volviera la banda a tocar el encore, o bis, que no fue otra cosa que un “popurrí” para complacer a los fans nostálgicos y ególatras. Popurrí que en last.fm unos usuarios lo titularon como el Orgasmedley. Que no es otra cosa que: I. Trial of Tears (Falling Into Infinity) II. Finally Free (Scenes from a memory) III. Learning to Live (Images And Words) IV. In the Name of God (Train Of Thought) V. Octavarium (Octavarium). Cosa que me dejó un sabor agridulce para ser sinceros, hubiera preferido que tocaran alguna de ésas de manera completa, de preferencia Octavarium.
Y así concluía un gran concierto, los integrantes se despidieron y la gente los vitoreó, y Portnoy nos dijo: “See you next time!”
Fue uno de los mejores conciertos a los que he asistido, empatado quizás con el de Porcupine Tree del año pasado y con el de Roger Waters del 2006. Lo cierto es que la pasé muy bien, y en especial porque fui sin saber si iba a entrar a verlos y regresé con una de las mejores noches de mi vida. Nightwish la tiene difícil este sábado…
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