domingo, 9 de diciembre de 2012

Hechizos, Pócimas y Brujería - Mägo de Oz (2012)

Mencionar a Mägo de Oz es poner sobre la mesa el nombre de una de las bandas más importantes en lo que se refiere al metal en español. Sería injusto y de ciegos miniminzar la trascendencia que esta agrupación ha ido erigiendo por más de veinte años y que logró posicionarse como uno de los grandes referentes tanto en España como en América Latina. Poco importa lo que puedan decir sus haters —los dogmáticos del heavy clásico, los que creen que hay una virtud intrínseca en ser under y que consideran que vender millones de discos es anatama, los que consideran que nada es lo suficientemente pesado para sus brutales oídos—, que no son pocos, pase lo que pase Mägo seguirá siendo la banda madrileña que abrió espacios, expandió las fronteras y que atrajo al mundo del metal a miles de personas que hoy quizá ya no los escuchan a causa de haber migrado hacia diferentes estilos, si cabe la expresión pedante, más refinados, o aquellos que siguen idolatrándolos como la primera vez que los escucharon.

No es extraño que en las bandas de metal haya constantes escisiones, pero la del 2011 sin duda cimbró a Mägo de Oz, así como a sus seguidores, porque el emblemático vocalista José Andrëa anunciaría su partida, primero en términos amistosos aunque más tarde nos enteraríamos del conflicto entre él y Txus, el líder y compositor de la banda. Más que verlo como una tragedia, esto debería entenderse como un alivio. Ahora José Andrëa está de lleno en su proyecto Uróboros, donde hace y canta la música que a él le satisface, un hard rock muy de los ochenta, mientras que Txus y los demás miembros de Mägo darían un salto cualitativo y sorprendente en Hechizos, pócimas y brujería. Tan solo faltaba encontrar un vocalista y, después de un casting, el elegido sería un chico conocido como Zeta que, en consonancia con las declaraciones previas de Txus, conservaría el estilo inconfundible de Mägo.

El nuevo disco, que viera la luz hace unas cuantas semanas, es una renovación total de una banda que desde Gaia I no había podido sacar un disco sólido. Las genialidades, como mucho, eran simples islas en un mar de complacencia y mediocridad. Con Hechizos, pócimas y bujería, Mägo de Oz se ha renovado por completo y suena más fresco y dinámico que nunca. Esto empieza a ser tangible ya desde la primera canción del álbum, El libro de las sombras, un tema en clave de power metal que remite al ya clásico La voz dormida en el que los elementos folk han sido reducidos a un mínimo necesario a favor de un mayor virtuosismo en la guitarra y una prominencia en los teclados, lo que será una constante a lo largo del disco. Quien escuche sin prejuicios y sin nostalgia esta canción, podrá encontrar en la voz de Zeta un acomplamiento perfecto al género que firmaría cualquier banda de power.

Si de algo adolecían los sencillos de Mägo era de las hipergastadas tonadas similares, prácticamente calcadas al carbón, de Molinos de viento o La fiesta pagana, plagadas hasta el cansacio de violines y flautas. Esto no pasa ni con Xanandra ni con Satanel, dos temas potentes y melódicos que por sí mismos son realmente destacables y en los que se encuentran las claves del nuevo sonido de Mägo, menos artificioso, mucho más fresco, más metalero. Todavía más sorprendente es la gran No pares (de oír Rock & Roll), que es un himno hardrockero en el que la voz de Zeta destaca como nunca, o la genial Sigue la luz con su inolvidable estribillo, un tema heavy que jamás habríamos esperado de la vieja aletargada y complaciente banda. A esto que se ha descrito hay que añadir un puñado de canciones que solo podríamos describir como bellas: la balada Quiero morirme en ti y el tema que da título al álbum, Hechizos, pócimas y brujería, que en sus ocho minutos conmueve y emociona tanto por su temática como al retomar lo mejor del viejo Mägo e imbuirlo del nuevo sonido.


En suma, Hechizos, Pócimas y Brujería es el mejor disco de Mägo de Oz en mucho tiempo y, sin duda, una de las más gratas sorpresas del año. Cuando nadie se esperaba semejante giro de tuerca en una banda que navegaba por los cauces más grises, a finales de 2012 nos entregarían una obra novedosa, diferente de todo lo que habían hecho hasta entonces, llenos de energía renovada y que, sin duda, se convertirá en un clásico de su larga discografía. En este punto sería ocioso el debate entre José Andrëa y Zeta: lo cierto es que el nuevo vocalista ha hecho un trabajo más que decoroso. A Zeta no hay que medirlo en función de su predecesor, sino de lo que él sea capaz de aportar a la banda.

Mägo de Oz, señores, ha vuelto.

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